El internet llegó como una herramienta poderosa de comunicación. Su primer objetivo es ese: conectar a las personas sin importar el lugar donde estén. Junto a esto, hay otros beneficios claros y visibles como la rápida difusión de la información y la gran variedad de herramientas que se pueden encontrar para desarrollar y difundir el conocimiento. Por ejemplo, y por mencionar una de las más utilizadas, las plataformas de videos e imágenes, cuyo fin es compartir contenidos.
Sin embargo, con el internet y la evolución de los usuarios a un nivel tecnológico y social, también han llegado a las sociedades formas destructivas asociadas, principalmente, a la invasión de la privacidad y el acoso. Últimamente se ha hablado más sobre la llamada revenge porn o pornografía de venganza, el cual se define cuando una persona comparte o publica contenidos sexuales privados sin el consentimiento de la persona que aparece en ellos. De acuerdo con algunos estudios, a la fecha hay más de dos mil sitios especiales para contenidos relacionados al revenge porn.
El mejor ejemplo de esta situación es el caso reciente de la bailarina de ballet y modelo de 19 años, Alexandra Waterbury, cuyas imágenes desnuda, compartidas con anterioridad a su novio, fueron compartidas por mensajes de texto con otras personas. Las imágenes de Alexandra no fueron subidas a un sitio; sin embargo, se violó su privacidad e intimidad, y eso es un hecho que no se puede negar.
Actualmente, Waterbury demandó al Ballet de la Ciudad de Nueva York, una de las academias de baile más prestigiosas del mundo. ¿La razón? De acuerdo con su demanda, la escuela permitió que Chase Finlay, bailarín de la misma academia y novio de Waterbury por un año, compartiera ese contenido.
Y no sólo eso, también acusa a la escuela de incentivar una atmósfera en la que se violan los derechos de las mujeres; es decir, permitió que se desarrollara un ambiente similar al de una fraternidad. En el documento presentado en la Suprema Corte del estado de Manhattan, dice que fueron tres bailarines los que compartieron por mensajes fotos y videos explícitos de ella sin que lo supiera. Finlay, de acuerdo a su testimonio, le tomaba fotos desnuda y filmaba sus encuentros sexuales sin su consentimiento.
¿Cómo descubrió los mensajes de texto?
Waterbury dice que le pidió su laptop para revisar su correo cuando, de repente, salieron todos los mensajes. Entre los textos que se compartieron con las imágenes aparece un mensaje en el que alguien le dijo a Finlay que quería violar bailarinas: “Apuesto a que podemos atar a algunas de ellas y violarlas como animales de granja”. A lo que supuestamente Finley contestó: “O como las putas que son”.
La academia suspendió a dos bailarines diciendo que habían violado las normas de conducta de la escuela. Finlay dejó la escuela en agosto cuando la primera imagen salió hace un año. En la demanda aparecen estos dos mismos nombres como los responsables de compartir contenido explícito de ella y otras mujeres.
¿Qué hizo la escuela de Nueva York en cuanto supo del caso? De acuerdo con el New York Times, Charles W. Scharf, director del consejo del City Ballet, dijo que la demanda no es aceptable porque se tomaron las acciones necesarias con los bailarines involucrados y no permitieron nunca este tipo de comportamiento en sus aulas.