Leticia Sabater siempre nos ha despertado cierta ternura: a pesar de sus carencias artísticas –por centrarnos en este aspecto–, se expone cada año con una nueva mamarrachada-canción que ella propone como canción del verano, con una relación inversamente proporcional entre sentido del humor y sentido musical, estético, del ridículo, etc. Esos intentos de “hacer feliz a la gente” se traducen en “hacer reír a la gente”, incluso aunque sea a su costa, y no parecen demasiado sanos, la verdad.
Como sea, tras hacer el ridículo en 2016 con ‘La Salchipapa’ y repetirla, en menor medida pero con cierta guasa, en 2017 con ‘Toma pepinazo’, la ex-presentadora televisiva apuesta este año por ‘Tukutú’, un tema con el que este intento de tener relevancia, aunque sea como voluntario objeto de mofa, toca definitivamente fondo.
Nada, pero nada de nada, tiene ningún tipo de gracia ni en la canción –y eso que las guitarras de su intro parece que se esfuerzan por alejarse de lo obvio, pero no–, ni en el cutre-montaje nivel Cantajuegos del clip, ni en sus estilismos desquiciados en los que el enorme tatuaje asimétrico de su abdomen destaca y duele. Por supuesto, poco hay que rascar en una letra que desespera con sus previsibles “culito con culito, boom-boom-boom”. Por salvar algo, da risa cuando en su “Leti-rap” equipara una conocida marca de champán francés con “lambrusco del bueno”.