A los 16 años, Rosario decidió que no tendría hijos. Piensa en las guerras, la contaminación y la crisis económica del presente: ¿qué futuro les esperaría a ellos?
"Por más que el anhelo exista, se sentiría como el acto más egoísta que pueda haber", dice Rosario, hoy de 25 años.
"Imaginar el día en que no agua o gente dispuesta a habitar junto con otras, que la falta de recursos nos lleve a niveles de violencia dolorosos, no soportaría verlos morir lentamente, ser víctimas de discriminación, de desprecio".
Mario comparte el sentimiento. Con 26 años, aún no está seguro de si quisiera o no ser padre, pero cuando se lo preguntan, no deja de pensar en el mundo que le heredaría a sus hijos.
"Imagínate en 10 años o 20 años, tener un hijo para que le toque un punto sin agua", señala.
A lo largo de la historia, la humanidad se ha enfrentado a guerras, pandemias, crisis económicas y grandes desastres naturales.
Por lo regular, se piensa que los jóvenes asumen estos obstáculos con energía y los transforman en retos, pero quienes conviven con ellos, perciben que esta generación está marcada por una gran desesperanza hacia el futuro.
Ellos mismos hablan sobre sus preocupaciones: Que el planeta deje de ser habitable, que los salarios no alcancen para vivir, que las guerras acaben con todo, que ni siquiera puedan comprar una vivienda como hicieron sus padres.
"Pensar en cuánto dinero es necesario para vivir el día en que no pueda trabajar, suena imposible", comenta Rosario, quien estudia economía. "Ese meme de 'mi plan de retiro es el suicidio', tan común en el internet, no es una simple broma más".
Un estudio sobre la ansiedad climática y los jóvenes del 2021, encontró que tres cuartas partes sienten que el futuro es aterrador; más de la mitad piensa que habría menos oportunidades que las que disfrutaron sus padres, y 4 de 10 dudan en tener hijos como resultado de la crisis climática.
"Young People's Voices on Climate Anxiety, Government Betrayal and Moral Injury: A Global Phenomenon", primera investigación en su tipo, se realizó con una población de entre 16 y 25 años de 10 países, entre ellos Estados Unidos y Brasil.
¿Qué hay detrás de esta realidad? ¿Por qué la generación Z y algunos millennials se sienten de esta manera?
I. ERA DIGITAL
Algo que hace única a esta generación es que nació prácticamente en la era digital, lo cual permite el acceso de todo tipo de información a todo momento. Eso, sin duda, puede incrementar los niveles de ansiedad hacia el futuro.
"Ése es el riesgo de las redes sociales", señala la psicoanalista Martha Patricia Zavala, quien trabaja con niños y adolescentes.
"Te permiten saber todo lo que pasa en el mundo a todas horas. Eso puede ser abrumador.
Y la angustia ya no es nada más por lo que me pasa a mí, sino por lo que le pasa a gente de otros países, de países en guerra".
Los algoritmos de las redes sociales no ayudan, coinciden las especialistas, pues suelen mostrar al usuario contenido con el mismo tipo de información que consumen, reforzando las ideas que ya tienen.
No obstante, no se puede ignorar el hecho de que los jóvenes que nacieron con este milenio han atravesado situaciones complejas y su futuro no pinta tan optimista, señala Paola González Castro, profesora de la Escuela de Psicología de la UDEM.
"Son jóvenes que les ha tocado una inflación nunca antes vista. Tenemos el cambio climático que parece ya es irreversible", apunta la psicóloga. "Me parece que una realidad que no es forzosamente alentadora".
Algunos factores que también pueden influir en la manera en que piensa esta generación, destaca, es que le ha tocado crecer con nuevas formas de crianza, con modelos económicos en los que las madres salen a trabajar y, particularmente en México, una época de inseguridad muy fuerte.
Tampoco se puede hacer a un lado la pandemia del Covid-19, que mostró cómo el mundo "se puede acabar".
Para Rosalinda Ballesteros, especialista en psicología positiva, ésta no es una generación con desesperanza, sino polarizada entre quienes viven en condiciones que les permitirán gozar de un buen futuro y quienes no.
"Las personas que tienen condiciones sociales y de desarrollo que están bien, perciben que su futuro va a estar bien", indica la directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y de la Felicidad del TecMilenio.
"Y las personas que están en condiciones sociales y de desarrollo menos favorecidas o en riesgo, perciben que su futuro es incierto".
II. VIVIR EL HOY
En Argentina se vive una crisis económica que no se veía desde hace décadas, dejando a millones en la pobreza. Sin embargo, los argentinos están abarrotando restaurantes, hoteles y teatros.
La incertidumbre del futuro, el no saber si su dinero tendrá valor, ha impulsado a algunos círculos a enfocarse en vivir el presente.
Algo similar podría estar ocurriendo entre los jóvenes de hoy, que al ver un panorama complicado, han optado por disfrutar del día a día y cuidar su bienestar emocional.
"El hecho de que el futuro sea tan deprimente o que lo veamos como perdido, te da cierta libertad", opina Mario. "Una libertad de decir: 'tengo que vivir en el presente y hacer de las cosas que realmente me importan'. Es como un optimismo del presente".
El problema sería el otro extremo de la desesperanza, el creer que "ya no hay nada por hacer", lo que puede llevar al abandono, la renuncia e, incluso, al suicidio.
"Nuestro trabajo es ayudarlos a enfocar la esperanza en un punto", considera la psicóloga Zavala.
Más allá de criticarse entre generaciones, dicen las especialistas, hay que cuestionarse qué les hace falta a los jóvenes de hoy para recuperar la esperanza e impulsarlos a que puedan tomar acción para combatir los problemas, tal como hicieron generaciones pasadas.
"Tenemos que retarlos", sugiere la psicóloga González Castro. "Y los jóvenes tienen que encontrar retos para que puedan ir afianzando esta idea: 'yo sé que puedo cambiar mi entorno'".