Conocer el edadismo, qué es y qué efectos tiene, puede ayudarnos a todos a tomar decisiones más acordes con la realidad que nos rodea. Puede resultar sorprendente para algunos, pero la edad es uno de los factores en los que se basan muchas formas de discriminación. Sin embargo, en cierto modo no debería sorprendernos porque, de hecho, siempre ha surgido alguna forma de conflicto generacional a lo largo de los siglos.
Hace sonreír y reflexionar que haya escritores, como Michele Serra en Gli sdraiati, que hayan llegado a imaginar que este conflicto podría convertirse en un verdadero enfrentamiento armado entre abuelos y bisabuelos, por un lado, y nietos, por otro, en un futuro quizá no demasiado irreal. Otro ejemplo es No Country for Old Men, el título de la novela de Cormac McCarthy, primero, y de la película de los hermanos Coen, después, ganadora de cuatro Oscar, entre ellos el de mejor película y mejor director. También en este caso, en el centro de la historia hay una reflexión sobre la decadencia de los valores morales de la sociedad con el paso de las generaciones, un deterioro que en realidad, según una investigación publicada por Nature, es fruto de una ilusión, extendida en 60 países y desde hace al menos 70 años.
Pero aunque el fenómeno puede percibirse como cercano, en realidad no muchos saben de qué se trata, por lo que es fácil perderse en una idea errónea del envejecimiento. Sin embargo, en GQ hemos reunido todo lo que debes saber acerca del edadismo.
¿Qué es el edadismo?
El término ageism o edadismo circula desde hace unos años y es un anglicismo derivado de ageism, neologismo acuñado en 1969 por el psiquiatra y geriatra estadounidense Robert Butler. Un sustantivo que engloba todas las formas de discriminación por edad, pero que —como muchos han observado— en una sociedad como la nuestra, impregnada del mito de la eterna juventud, de los forever young, acaba refiriéndose principalmente a los prejuicios y comportamientos discriminatorios aplicados contra las personas que ya no pueden considerarse jóvenes.
¿Cómo se presenta el edadismo?
El edadismo puede adoptar muchas formas. La primera que me viene a la mente, y en este caso no necesariamente solo con referencia a las personas mayores, es el edadismo profesional. Así, si por un lado la edad joven se considera a menudo como una coartada para no ofrecer contratos decentes, salarios dignos y funciones de responsabilidad, por otro lado, a partir de cierto umbral de edad, que difiere según el país en el que se viva, algunos aspectos se vuelven complicados para las personas de mayor edad. Por ejemplo, es bien conocida la complejidad de (re)encontrar un empleo a partir de cierta edad —un problema que ha afectado a muchas personas en los últimos quince años, primero por la crisis económica y luego por la crisis sanitaria—, pero también la de alcanzar los objetivos que llevan a cambiar de carrera, o finalmente la de poder cambiar de trayectoria profesional, eligiendo quizás la que uno se ha dado cuenta de que es más afín a su personalidad.
Otro sector muy afectado por el edadismo es el de la salud. Sabemos que la población mundial envejece más rápido que nunca, sobre todo en los países occidentales. Con frecuencia oímos sonar las alarmas sobre esta cuestión. Sin embargo, seguimos asistiendo a fenómenos que en algunos aspectos resultan espeluznantes: sin remontarnos demasiado en el tiempo, ¿cuántas veces se han pronunciado frases sobre la incidencia de Covid-19 en los segmentos de población de más edad, como dando a entender que era esencialmente su problema? Incluso con propuestas de limitar el confinamiento a los ancianos o con alusiones a que si era una persona mayor de 80 años la que perdía la vida, entonces el “problema” era menor.
El edadismo también revela sus efectos en el mundo de la cultura, la comunicación y el entretenimiento. Basta pensar en los escasísimos programas de televisión que representan esta fase de la vida. No hay muchos ejemplos a pesar de que el grueso de la audiencia televisiva supera ampliamente los 50 años. Y de nuevo, nos sorprendemos si aparece un influencer de más de 50 años, como si el mundo de las redes sociales fuera hoy en día prerrogativa solo de los menores de 30.
Falsos mitos a disipar sobre la tecnología
Quedémonos aquí, en el ámbito de la tecnología y la brecha digital, que siempre ha sido uno de los que mide ciertas diferencias generacionales. A menudo, la tecnología se vuelve algo propio de la generación que la ha producido y, por tanto, para algunos puede llegar a ser divisoria. ¿Cuántos jóvenes, por ejemplo, se han sentido un poco avergonzados al ver a sus padres o abuelos aterrizar en Facebook, WhatsApp, Instagram y ahora TikTok? Esas apps y redes sociales que eran suyas.
Que las últimas innovaciones tecnológicas solo pueden pertenecer a un grupo de edad es, desde luego, un pensamiento ingenuo. Basta decir que el 93% de los mayores de 50 años posee un smartphone, según los datos de la investigación La vida secreta de los adultos: hábitos digitales de los mayores de 50 años, realizada por Hearts & Science (agencia de comunicación y medios de Omnicom Media Group). La encuesta desmonta otros falsos mitos sobre la relación de los mayores de 50 años con la tecnología digital: para algunos puede resultar sorprendente que sean más los maduros que los menores de 50 años que realizan compras online (14.8 millones frente a 11.6 millones), del mismo modo que hay más usuarios mayores de 50 años en las redes sociales (1.5 millones más) y en WhatsApp, y más compradores adultos de viajes online (+900 mil) que los que tienen entre 18 y 49 años.
En definitiva, existen datos que demuestran lo fuerte que suele ser la distorsión de la imagen que tenemos de los mayores de 50 años, confirmando que hay muchas áreas de nuestra vida condicionadas por sesgos y prejuicios que a veces hacen que nuestras decisiones no estén fundamentadas en la realidad que nos rodea.