América Latina se quedó rezagada en crecimiento económico respecto a economías similares de Asia y Europa del Este debido a factores como una menor apertura al comercio internacional, baja productividad, elevada informalidad y el debilitamiento institucional.
Lo anterior es una de las principales conclusiones del reporte del G30, un grupo de académicos y líderes de gobierno, dedicado a examinar problemas económicos y consecuencias de decisiones públicas y privadas.
Uno de los elementos más notables está en el comercio internacional (suma de exportaciones e importaciones) como equivalencia del PIB.
Si bien entre 1960 y 1990, el comercio internacional en América Latina y economías comparables eran equiparables al 20 por ciento de su PIB, con el paso del tiempo la brecha se amplió, de acuerdo con el estudio "¿Por qué América Latina tiene un bajo desempeño?", elaborado por el G30.
Se comparó el nivel de comercio latinoamericano como porcentaje del PIB con el de un grupo de países fuera de la región, pero con nivel similar de ingreso per cápita y desarrollo, donde se incluyó a Bulgaria, República Checa, Egipto, Hungría y Malasia, entre otros.
Como resultado se observó que en 2020 el comercio internacional de América Latina fue equivalente a 23 por ciento de su PIB, pero para dicho grupo de países ascendió a 46 por ciento en el mismo año, de acuerdo con el reporte.
"Si existe una conexión entre comercio y crecimiento, América Latina no se ha beneficiado de ella tanto como podría", destaca.
Otro factor es que en la región hay políticas e instituciones que son implementadas para mejorar la inclusión social, pero resulta que gravan al sector de alta productividad y subsidian al de bajo rendimiento, lo que sofoca la productividad en general y el crecimiento, advierte.
Asimismo, la lista de políticas que afectan el uso eficiente de los recursos incluye regulaciones sociales que terminan creando incentivos para permanecer fuera del mercado laboral formal.
Se detalla que las políticas comerciales, fiscales y regulatorias crean barreras al movimiento de recursos hacia nuevos sectores, por lo que la mejor política sería eliminar directamente esas distorsiones.
Además de que las fallas de coordinación y las externalidades obstaculizan el mercado, convirtiéndose en señales que llevarían a los empresarios a reasignar sus recursos.
Al encontrar fallas de mercado pueden remediarse con las soluciones políticas encaminadas a los subsidios específicos y esfuerzos público-privados para mejorar la coordinación, expone.
De igual forma, se incluyen políticas diseñadas para ayudar a las Pymes (por ejemplo, regímenes fiscales especiales), pero al final tienen el efecto de mantenerlas en ese tamaño y nivel, donde el desarrollo es limitado.