Esta enfermedad es considerada un virus zoonótico, es decir, se transmite principalmente de animales a personas, y en ocasiones también de persona a persona y mediante comida contaminada. La primera vez que se identificó fue en 1998 durante un brote entre los criadores de cerdos en Malasia y Singapur.
Los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae, en particular las especies pertenecientes al género Pteropus, son los huéspedes naturales del virus, en los que aparentemente no produce enfermedad.
La India detectó el primer brote de este virus en junio de 2018, cuando se registraron 17 muertes en los distritos afectados de Kozhikode y Mallapuram, en Kerala.
La mayoría de las infecciones humanas se debieron al contacto directo con cerdos enfermos o sus secreciones contaminadas. Se cree que la transmisión se produjo a través de gotículas respiratorias o del contacto con secreciones nasofaríngeas o tejidos de estos animales enfermos. Pero también, la fuente más probable de la infección fue el consumo de frutas contaminadas con orina o saliva de murciélagos infectados.
Los síntomas iniciales son fiebre alta, dolor de cabeza, complicaciones respiratorias y dolor muscular, mientras que, en un estado más avanzado, la enfermedad puede provocar encefalitis.
En cuanto a la transmisión del virus, una de las vías principales es a través de los fluidos corporales de una persona infectada hacia otra, como la saliva y la sangre.
No existe vacuna preventiva, por lo que los médicos solo pueden ocuparse del tratamiento sintomático, y la tasa de mortalidad es de hasta un 70%, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC). La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluyó en la lista de enfermedades prioritarias para investigar por su potencial epidémico, junto con el ébola o el zika.