A 50 años de la tragedia chilena
Nadie es profeta en su tierra, advierte una sentencia adjudicada a Jesús de Nazaret, y en el caso de Gonzalo Martínez Corbalá es muy cierta, pero aunque en San Luis Potosí no se le han reconocido a cabalidad sus obras humanitarias, en Chile se le considera un héroe por sus acciones durante el golpe de estado que ocurrió hace exactamente 50 años.
Nacido en 1928 en la capital potosina, Martínez Corbalá se tituló como Ingeniero Civil por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aunque desde muy joven se dedicó a la política, carrera en la que logró destacar, siendo incluso gobernador de San Luis Potosí.
En 1992, en los primeros años de la democracia, el país sudamericano le concedió la Orden al Mérito, porque Martínez Corbalá salvó muchas vidas, entre ellas las de 36 niños y 12 mujeres embarazadas.
Ayudó al menos a 756 personas
El político potosino era embajador de México en Chile en 1973, cuando el Ejército de ese país, bajo el mando del General Augusto Pinochet, dio un golpe de Estado que derrocó al gobierno del presidente socialista Salvador Allende, lo que desató una persecución en contra de los simpatizantes del derrocado mandatario.
La embajada de México, por instrucciones del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, abrió sus puertas para dar asilo a todos aquellos que lo solicitaran. Entre estos se encontraba la familia de Salvador Allende: Hortensia Bussi, y dos de sus hijas, Carmen Paz e Isabel. Se calcula que unas 756 personas llegaron a México gracias a la ayuda del embajador.
Nunca negamos asilo a nadie
En 2013, con motivo del juicio contra Augusto Pinochet en España, Gonzalo Martínez Corbalá concedió una amplia entrevista al periódico El País, en la que reconoció que “Nunca negamos a nadie la petición de asilo. Preferí equivocarme y aprobar la entrada de alguien que quizá exageraba, a dejarlos a la intemperie”.
En esa entrevista, el político potosino relató que después de que la Junta militar asumiera el poder, la familia de Salvador Allende se refugió en la embajada mexicana y en cuestión de días, decenas de chilenos se arremolinaron frente a la embajada y en la cancillería mexicanas para buscar refugio. El diputado Luis Maira, que años después se convertiría en embajador chileno en México, entró escondido en el maletero del coche del embajador. Martínez Corbalá envolvió en la bandera de México -“como un tamal”, describían testigos- al editor Sergio Maurín para esconderlo de los carabineros.
Pocos como Martínez Corbalá
Según los diccionarios, “un héroe es una persona notable por su valentía o por sus virtudes, que suele encarnar los rasgos más sobresalientes de su cultura”. Y Gonzalo Martínez Corbalá actuó con un valor y un aplomo inigualables durante el golpe de estado en Chile.
Pocos como él vivieron esos tumultuosos días de septiembre de 1973 y de ello habló con Salvador Allende solo dos días antes del golpe militar, cuando la amenaza ya era inminente.
La difícil huída
Un par de días después del golpe militar, el embajador salió de Chile en un avión enviado por el gobierno mexicano, con el primer grupo de refugiados, y al respecto, Martínez Corbalá relató a El País que “El trayecto de la embajada al aeropuerto, de unos 25 kilómetros, no fue fácil. Nos detuvieron por lo menos dos veces. ¿Sabe? Los militares subían al autobús y apuntaban con las linternas a Tencha [Mussi de Allende] y a mi mujer. Otro grupo de militares intentó forcejear y cuestionaron los permisos”.
Consiguieron despegar esa misma noche, y en México fueron recibidos por el presidente Luis Echeverría y su gabinete entero, “todos vestidos de riguroso luto”.
Martínez Corbalá recordó entonces que llevaba una barba de días y no tenía ropa con qué cambiarse. El embajador de Guatemala le prestó un traje y el piloto del avión una máquina de afeitar. Se reunió con Echeverría y le indicó que debía volver porque aún había cientos escondidos en las sedes diplomáticas y “si a un embajador le apuntan con una metralleta, lo que no harán con los demás”, le dijo a su presidente.
El encargo que no pudo cumplir
En su regreso a Chile, llevaba como tarea principal evacuar al poeta y Premio Nobel Pablo Neruda, que enfrentaba una etapa terminal de cáncer de próstata, encargo que no pudo cumplir porque el escritor murió antes de poder ser trasladado
México acogió entre 1973 y 1990, a alrededor de 6 mil y 8 mil ciudadanos chilenos.
En la entrevista con El País, el diplomático potosino restó importancia al papel crucial que jugó durante aquellos días en la capital chilena, sin embargo destacó el papel que tuvieron el embajador sueco, Ulf Hjetersson, y su homólogo guatemalteco -el que le prestó el traje- como artífices de la exitosa huida de cientos de chilenos en aquellos días frenéticos
Reconocimientos
* Premio Benito Juárez otorgado por la Universidad Obrera Lombardo Toledano
* Orden de la Solidaridad, de Cuba
* Caballero Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica
* Gran Cruz de la Orden al Mérito de Chile