No te pases la vida buscando a un culpable; mejor ocúpate de encontrar soluciones
No perdamos el tiempo, prolongando el daño; ya bastante vida nos robaron, desde el momento en que nos perjudicaron. Y ya no tiene caso, perder el tiempo señalando a un culpable.
Hay que aprovechar la existencia, buscando el remedio a nuestros males.
No vivamos lamentando el pasado; porque el ayer ya pasó, y ya no existe. Pero ahora, es el momento de enfocarnos en el futuro.
El pasado es muerte, pero el futuro es vida.
Ya lo dice San Pablo: “ Vivan por lo tanto como hijos de la luz”.
Pertenecer a la luz, es mirar para adelante; buscando la salvación, que tarde o temprano ha de llegar.
Por tanto, no pierdas más el tiempo buscando quien fue el culpable; ya que por no darnos cuenta, quizá nosotros, somos los mismos responsables
Que no nos suceda, lo que pasó con los discípulos de Jesús, que al ver a un ciego de nacimiento, le preguntaron al Señor: “Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?”. (Jn.9)
Nuestras desgracias, no son una venganza de Dios; porque el Señor, no se mueve por la sed de venganza.
Dios obra con misericordia, y a pesar de nuestra culpa, lejos de vengarse, nos muestra lo mucho que nos ama.
Y mientras el hombre se la pasa, buscando al responsable de su pena, el Señor, nos responde diciendo: “Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios”.(Jn.9).
Si todo estuviera bien, no tendríamos la honestidad en reconocer, que todo lo bueno, viene de lo alto.
Por eso, es necesario el sufrimiento, para que lleguemos a valorar el don de Dios; que siempre está dispuesto a salvar, y a perdonarnos.
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38
En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
«¿No es ese el que se sentaba a pedir?».
Unos decían:
«El mismo».
Otros decían:
«No es él, pero se le parece».
El respondía:
«Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó:
«Me puso barro en los ojos, me lavé y veo».
Algunos de Los fariseos comentaban:
«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
Otros replicaban:
«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».
Él contestó:
«Que es un profeta».
Le replicaron:
«Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
«¿Crees tú en el Hijo del hombre?».
Él contestó:
«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».
Jesús le dijo:
«Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es».
Él dijo:
«Creo, Señor».
Y se postró ante él.