Caminar por el Panteón municipal de García, El Dolores, es adentrarse en un pedazo de la historia de Nuevo León, ya que es uno de los cementerios más antiguos del Estado, en donde yacen tumbas con más de un siglo, pero también es uno de los lugares con más leyendas.
El Panteón de Dolores se ubica en las calles Morelos y Doctor González, y en la parte antigua tiene varias tumbas de los pobladores más antiguos de García.
De acuerdo con el historiador Antonio Guerrero Aguilar, este panteón fue construido por el Padre Antonio Sobrevilla en 1840, luego de que la antigua Pesquería Chica contaba con dos camposantos ubicados en las iglesias, pero que ya eran insuficientes para dar cabida a más difuntos.
El panteón construido en una superficie de 80 metros de largo, con tapias (bardas) hechas de bloques de adobe, que todavía se conservan.
En la actualidad, en el lugar hay dos panteones más, pero el primero sigue de pie y conserva varias tumbas antiguas.
Desde el arco de la entrada antigua se percibe la vibra del lugar.
El Padre italiano que mató a un vampiro
Una de las principales tumbas, de más de un siglo de antigüedad, es la del sacerdote italiano Juan Gismondi, un misionero que llegó a García en el siglo 19.
El Padre Gismondi sirvió en la Iglesia de San Juan Bautista desde el 5 de febrero de 1895 hasta su fallecimiento el 6 de septiembre de 1898.
Fue el sacerdote número 27 en García.
Murió a los 68 años, y desde entonces, su tumba es una de las más cuidadas del lugar.
El misionero italiano hizo varia amistades con pobladores de García, como el doctor Jesús María Sepúlveda.
Entre los pobladores antiguos de García existe la leyenda de que este sacerdote persiguió a un vampiro, al que incluso sepultó en el mismo panteón.
Al morir el Padre Gismondi, su sepulcro fue puesto al lado de la supuesta tumba del vampiro, que no tiene inscripción alguna.
El joven regio revolucionario
También en este cementerio se encuentra la tumba de Roberto García Larralde, joven revolucionario de García, quien participó en la batalla de Zacatecas combatiendo a Victoriano Huerta.
Nacido en Monterrey el 3 de septiembre de 1891 y falleció en Zacatecas el 1 de septiembre de 1913.
La tumba de este militar tiene un monumento en mal estado, y una inscripción que dice: "Roberto García Larralde, subteniente del Cuerpo Médico Militar, fue mártir de la ciencia y por la humanidad. Herido en combate en agosto 29 de 1913".
Los más olvidados
Otras tumbas con más de 150 años son las de Jesús Severo Garza, Francisco García Treviño y Dolores González de García Treviño.
Muchas tumbas ya no cuentan con los datos de las personas sepultadas, pero los lugareños y visitantes aseguran que se trata de combatientes de la Revolución que murieron en batallas.
Otras con más de un siglo de antigüedad, que permanecen como testigos mudos, son de familias cuyos miembros ya desaparecieron de García, o se acabaron las generaciones.
En García, pero en zonas más alejadas de la cabecera municipal, existen dos panteones denominados "Panteones de los Valientes Olvidados".
Uno se ubica en el poblado de Icamole, en donde hay muchas tumbas abandonadas que apenas tienen alguna cruz de madera, y las personas desconocen quiénes fueron sepultados ahí.
Historiadores aseguran que estas tumbas olvidadas son de algunos Villistas o Carrancistas que se enfrentaron en esta zona.
También hay vestigios que estas tumbas podrían ser de alguno de los nuevoleoneses que defendieron a Icamole en aquella célebre batalla del 20 de mayo de 1876 entre las fuerzas de Lerdo de Tejada, encabezadas por los generales Julián Quiroga y Carlos Fuero, contra Porfirio Díaz.
En ese batalla nació la Leyenda del Llorón de Icamole, que narra que Díaz perdió la batalla y lloró en un árbol de esta localidad.
Más hacia Coahuila, pero todavía en territorio de Nuevo León, existe una loma entre el poblado Carricitos y El Delgado, en donde hay más de una docena de tumbas olvidadas.
Se trata de soldados villistas y carrancistas que escenificaron una batalla entre Paredón y García en 1915, y que fueron sepultados en esta zona.
De acuerdo con el historiador Antonio Guerrero Aguilar, en este sitio existen los montículos de tierra roja y piedras en los que fueron sepultados los combatientes.
Y con el paso de los años, ninguna autoridad ha hecho algo para conservar las tumbas.