La recuperación del control del PAN y el desplazamiento de los grupos conservadores y ultra-católicos de ese partido, es el primer logro concreto que Felipe Calderón alcanza en seis meses de gobierno. No es en el terreno del empleo, su principal bandera como candidato, ni en la seguridad, el tema toral y dominante en su ejercicio del poder, donde el actual presidente alcanza su primer logro concreto, sino en su partido, en la disputa interna del panismo que también ha dominado su administración, donde Calderón puede presumir su primer éxito tangible.
Reconquistar la dirigencia del PAN y someter a los ultra conservadores que tomaron por asalto el partido en el sexenio de Vicente Fox, fue un objetivo que Calderón y su grupo se trazaron desde el momento en que ganaron la candidatura presidencial del blanquiazul.
Casi podría afirmarse que fue esa cruzada, la de recuperar Acción Nacional para el sector doctrinario y moderado, la motivación principal que llevó a Felipe y a sus seguidores a pelear por la nominación presidencial, cuando nadie les veía posibilidades de arrebatarle la candidatura a Santiago Creel Miranda, el candidato de los conservadores.
A partir de que derrota a Creel y con él a los Fox y a todo el aparato conservador, liderado por Manuel Espino, la meta para Calderón se volvió más clara e inmediata. Ya como presidente electo, el tema se hizo imperativo. Y en el equipo cercano de los calderonistas comenzaron desde entonces a trazar la estrategia por la que buscarían "recuperar al PAN" y quitarle el control a El Yunque, grupo al que le cuestionan, ante todo, anteponer otras ideologías, confesionales y religiosas, antes que a la doctrina de los fundadores panistas.
Del 1 de diciembre del 2006 a la Asamblea Nacional del pasado fin de semana, los calderonistas se avocaron a una estrategia de operación política interna que fue minando, sigilosamente, las bases políticas que le dieron el triunfo a Espino en marzo del 2004. Mientras el dirigente nacional panista se desgastaba en lances abiertos y públicos y quedaba como el pendenciero y rebelde líder que le negaba su apoyo al presidente, Calderón y sus operadores tejían fino, con efectividad, y aguantaban con paciencia el momento de cobrarle todas las facturas juntas a los espinistas.
Muchos llegaron a preguntarse en estos meses porque el presidente no daba el manotazo en la mesa y metía en cintura al dirigente de su partido, en vez de llamarlo a dialogar en Los Pinos y acordar "treguas" que Espino nunca cumplía. "La venganza es un plato que se come frío", comentó hace unas semanas un calderonista cercano. Y el domingo el presidente y los suyos la saborearon sin prisas y a la temperatura ideal.
Notas Indiscretas... De veras es cierto que el poder marea a los inteligentes y trastorna a los tontos. Vicente Fox Quesada, el mismo que ahora, fuera del poder, pide y ansía que le digan "presidente", era el primero en negarse a reconocer la figura presidencial. Si como diputado federal se conoció por sus pantomimas con Carlos Salinas, al que llamaba "salinillas", ya como gobernador se negaba a llamar presidente a Ernesto Zedillo. Públicamente se refería al mandatario como "el señor Dedillo", y cuando llamaba a Los Pinos para hablar con el jefe del Ejecutivo solía decir: "Quiero hablar con Ernesto". "Con el presidente, señor gobernador, con el presidente", le replicaban de la oficina presidencial. "Con Ernesto, eso del presidente es una costumbre priísta". Una de dos: o a Fox se le pegaron las costumbres priístas tras seis años de vivir en Los Pinos o el poder simplemente lo trastornó... Ahora que Roberto Madrazo se puso a hacer libros, en el PRI hay muchos que esperan que el ex candidato presidencial no se quede en "La Traición" y convierta su obra en una trilogía. Y hasta le sugieren dos títulos para las siguientes partes: "Mis traiciones", podría ser la segunda parte, y "¿Dónde quedó el dinero (de la campaña)?", podría cerrar la trilogía. ¿Le gustarán a Roberto las sugerencias de sus correligionarios?... Los dados mandan otra Serpiente. Caída libre.