Uno de los íconos del entretenimiento mexicano es Cepillín, quien siempre destacó por sus creaciones para el público infantil desde 1971 cuando cursaba la carrera de odontología en su natal Monterrey, siempre con el rostro pintado simplemente en el área de la boca y con unas sutiles lágrimas en los ojos, pero pocos saben que su talento incluso alcanzó el cine para adultos.
Y es que Ricardo González bien podía interpretar canciones tan alegres como “La Feria de Cepillín”, y rapidamente podía interpretar un tema tan triste como “Un Día Con Mamá”, pues todas tenían detrás una historia que era contada por el también conocido “payasito de la tele”, por lo que incluso el público adulto disfrutada de su espectáculo.
Es bien sabido que Cepillín no sólo se dedicó a la música, pues también participó en otros programas e incluso figuró en diversas películas, principalmente infantiles, pero también en una muy particular del llamado “cine de ficheras”, el cual vio su éxito entre los años setenta y ochenta, entre tintes de comedia, erotismo e influencia del cine de rumberas.
La incursión de González Gutiérrez en la “sexicomedia” se dio en 1988 en la cinta “La corneta de mi general”, también conocida como “Las guerreras del amor”, dirigida por Víctor Manuel Castro y en la que también figuraron los nombres de Luis de Alba, Pedro Weber, Manuel “Flaco” Ibáñez, Cesar Bono, Carmen Salinas y Sasha Montenegro, entre otros, además de que este fue el último filme que realizó el payaso.
En esta cinta “El payasito de la tele” forma parte de un batallón y se le puede ver con su tradicional maquillaje en blanco y negro con nariz roja e incluso con su característico tono de voz, haciendo su tradicional comedia, sin tener alguna participación en una escena para adultos, además de que sus apariciones son breves y no tiene un papel protagónico en la cinta.
La única escena con un tono más elevado en el que participó Cepillín se da prácticamente al final y consiste en “El payasito de la tele” vigilando a unas prisioneras de guerra, las cuales se comienzan a desnudar frente a él, sin que Ricardo González intervenga más que besando a una de ellas, la cual no se quitó la ropa y sin que pase a más la acción.