Clara Villarreal | 03/05/2022 | 00:21
La semana pasada tuve la oportunidad de viajar a Bogotá, la capital de Colombia. Por lo regular siempre que viajo por temas de trabajo mi estancia es breve pero en esta ocasión decidí detener la agenda profesional y regalarme unos días para conocer este país.
En estos días pudimos visitar diferentes atractivos turísticos dentro y fuera de la capital para enriquecernos tanto cultural como gastronómicamente, pero lo que mas captó nuestra atención fue la conexión que tuvimos con ciertas personas que nos fuimos encontrando durante el viaje.
Este es el orden de aparición de las personas cuya interacción nos dejaron una enseñanza.
Daniel de 33 años tiene dos trabajos, uno de ellos es ser chofer de Uber. En nuestro trayecto del hotel a Usaquén su atención pero sobre todo su amabilidad fue tan grata que decidimos contratarlo como guía y chofer para un viaje de dos días fuera de Bogotá para conocer diferentes ciudades así como puntos turísticos.
Al caminar por Usaquén entramos a una tienda que llamó nuestra atención por el diseño de sus hamacas. En la puerta María; la dueña del lugar, nos invitó a entrar a conocer las artesanías hechas por comunidades indígenas. Al explicarnos cada detalle de todo lo que había en la tienda, hicimos una conexión muy fuerte, tan fuerte que nos compartió que estábamos pisando el lugar que soñó tener desde hace mas de 30 años y que debido a su condición indígena expresó que lograrlo había sido muy difícil. Hoy, a tres semanas de inaugurado el lugar, sigue soñando en conectar y recibir a personas que puedan valorar y apreciar el trabajo de las diferentes comunidades indígenas.
María es una mujer sabia, llena de paz, durante nuestra conversación esta frase quedó grabada en mi mente. “Todo ya existe y todo ya es, solo se nos permite expresarlo y compartirlo de formas diferentes”.
Bogotá cuenta con el Museo del Oro, y al preguntarle a María si nos recomendaba ir a conocerlo nos contó la siguiente historia. Un día llevé a mi nieta a conocer el museo y en la puerta le dije: “Mi amor esta es tu casa, esto es lo que nos pertenece, esto es de mis ancestros, de mis abuelos, todo lo que hay aquí es mío y ahora es tuyo. conócelo” Mientras María decía esas palabras, unos turistas que la escucharon se pusieron a llorar y la siguieron durante el recorrido. María le explicó a su nieta cada detalle e historia de cada elemento del museo. Y es correcto, aunque las piezas se encuentren protegidas y resguardadas, todo eso le pertenece a los indígenas y a la humanidad.
Continuará...
Twitter: @claravillarreal