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Cuando la barca se hunde, la fe sale a flote (Homilía)

Plano Informativo | 20/06/2021 | 02:08

Los vientos cambian de dirección; unas veces a nuestro favor, y otras en contra nuestra.

 

Las situaciones, no siempre nos son favorables. Y algunas veces, nos toca nadar contra corriente.

 

En tiempos adversos, el terror nos embarga, y ya no podemos ver con claridad. Y lo único que hacemos, es reclamarle a Dios.

 

Pero no hay que olvidar, que la vida se compone de bonanza y tempestad; hay tiempos nublados, y días de sol.

 

Algo semejante, paso con los discípulos de Jesús: ellos iban en la barca, y sentían que estaban a punto de hundirse; Jesús, también iba con ellos, aunque el Señor, en ningún momento perdió la calma.

 

Y dice el Evangelio de Marco: “De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. 

 

Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín”.(Mc.35).

 

Las tormentas de la vida, nos dejan ciegos; y nos impiden caer en la cuenta, que Dios nunca ha dejado la barca.

 

Y hasta llegamos a pensar, que el Señor es un ser distante; que Él, es indiferente a lo que nos sucede.

 

Por eso, los discípulos le reclaman a Jesús, y le dicen: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: ¡Cállate, enmudece! Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma”.(Mc.4).

 

Dios, es el creador del universo, y sabe cómo manejar las fuerzas de la naturaleza.

 

Y cuando sentimos que estamos a punto de hundirnos, Hay que dejar que la fe nos levante, para surgir de entre la tempestad. Y así poder recuperar la paz.

 

Porque bien sabemos, que, con una sola orden, Cristo puede calmar nuestras tormentas.

 

Dios, nunca nos olvida, somos nosotros, los que hemos abandonado la fe. Y por confiar en nuestras fuerzas, hemos hecho de nuestra vida una tormenta.

 

Por eso, Jesús reprende a sus discípulos, y les dice: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”.(Mc.4).

 

El hombre qué confía en Dios, es mucho más que una tormenta. Las tempestades nos azotan, pero nunca nos van a derribar. 

 

Y aunque los vientos estén en contra nuestra, Dios va a estar siempre de nuestro lado.

 

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez.