Hay momentos, en que la soledad es imposible de evitar. Porque sentirse solo, también es parte de las limitaciones humanas.
En algunas situaciones, el hombre se siente abandonado hasta del mismo Dios.
Pero hay que considerar, que cada persona es un ser único; con una historia personal, y una manera muy propia de percibir el mundo. Y esa, es otra de las razones por las que el hombre también llega a sentirse solo.
Ya lo dice Larrañaga: “Sentirse solo es como sentirse solitario. Algo negativo. Pero percibirse solo es tomar conciencia de que, como yo, no hay ni habrá otro en el mundo: solo yo y sólo una vez. ¡Mi misterio! Algo inefable, singular, inédito”.
Por está razón, es que tomamos conciencia de que en el mundo no hay, ni habrá alguien igual a mi. Y eso, hace que cale la soledad.
Aunque hay que entender, que nadie fue hecho para vivir a solas; porque si no tenemos la presencia de alguien, contamos siempre con la presencia de Dios.
El Señor, está en el interior de cada uno; pero es preciso, mirar al fondo de mi ser, para poder percibirlo.
Dios, no quiere la soledad del hombre; porque ni el mismo , vive en soledad. Ya que en Dios, hay una comunidad de tres personas: la del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.
Y hoy celebramos, el misterio de la Santísima Trinidad. Ésto significa, que tres personas participan de la naturaleza divina; pero están perfectamente unidas por el amor.
A nosotros, nos corresponde asemejarnos a Dios; y luchar por vivir unidos, formando una sola humanidad.
Pero, que lejos estamos de alcanzar esa unidad; y si viviéramos unidos como Dios, la humanidad sería perfecta.
Y el día en que vivamos un amor verdadero, entonces seremos salvados de la soledad.
El abandono del hombre es algo inevitable; pero Dios, nunca nos deja solos.
Por eso, es necesario entrar en nuestro interior, para sentir, que Dios jamás nos ha abandonado.
Hoy Jesús les dice a sus discípulos: “…y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.(Mt.28,20).
A cada uno, se le ha confiado una tarea; pero Dios no nos deja solos en el desempeño de nuestra misión. Ya que Él, camina siempre con nosotros.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».