Armand Petitjean sabía que las mujeres eran seres radiantes, fascinantes, conmovedores y sublimes. Para ellas, creó una firma cosmética que las ayudara a reflejar toda esta belleza, la nombró Lancôme, la cual festeja 75 años de existencia.
En 1935, cuando Petitjean fundó la marca, buscó un nombre que fuera fácil de pronunciar en todos los idiomas y eligió este nombre inspirado por en el castillo de Lancosme, en Vendoeuvres, en la región de Indre, en Francia. La “s” se eliminó y se remplazó con el típico acento circunflejo del francés sobre la “o”.
Perfumista y empresario, Armand Petitjean nació el 1884, en Saint Loup sur Semouse, en Haute-Saone, Francia. Cuando lanzó Lancôme tenía 50 años de edad y un extenso currículum: había trabajado en América del Sur, como importador de manufacturas; además se había destacado por su labor en el Ministerio de Relaciones Exteriores francés.
Una de las actividades que más influyó en su vida fue su relación laboral con François Coty, considerado como el padre de la perfumería moderna, quien lo inició en el arte de los aromas y de quien se separó para crear su propia marca.
Petitjean creía que Coty había cometido un gran error: en la búsqueda del volumen, había descuidado la calidad. Por ello, él iba a desarrollar una marca prestigiosa o nada. Reunió a un grupo de colegas, entre ellos, al químico y director de diseños de Coty. Fue así como empezó a crear sus primeros productos.
Inicia la historia
Cuando le preguntaban a Petitjean por qué había creado una marca cosmética, respondía: “Porque me había dado cuenta de que los franceses cada vez estaban menos presentes en el mercado de la belleza.
En estos momentos dos casas estadounidenses han tomado el control. Sentí que era hora de que una empresa francesa se les uniera”.
Petitjean planeó la aparición de su firma con gran habilidad. En 1935, lanzó cinco fragancias en la apertura de la Exhibición Universal de Bruselas. Para la época, fueron perfumes sorprendentes, envasados en un frasco barroco que contrastaba con el minimalismo de moda: Tropiques, Conquete, Kypre, Tendres Nuits y Bocages. Estos aromas ganaron doble medalla en la exhibición y el resultado fue excelente para la imagen de su recién nacida firma.
“El perfume es prestigio, la flor en el ojal, pero los productos de belleza son nuestro pan de cada día”, dijo al año siguiente, e hizo perfeccionar una crema nutritiva que contenía suero natural, proteínas y vitaminas.
Cuando Armand Petitjean centró su atención en el cuidado de la piel, se propuso lograr los mismos estándares de excelencia por los que ya eran famosas las fragancias. Para lograr esta meta, se unió a la ciencia.
Con la ayuda de los doctores Medynski y Simonnet, y del químico Pierre Velon (todos franceses), trabajó en una crema ultra nutritiva, a la que nombró Nutrix, que se lanzó en 1936.
En 1937, tuvo otro gran éxito: acaparó el mercado con su innovadora barra de labios Rose de France, que se caracterizaba por su textura rica y sedosa, su tono llamativo y, además, su delicada y natural fragancia a rosa búlgara.
“Una mujer debe tener labios lustrosos, como los labios de un niño. Por su parte, un empaque de labial debe merecer a su dueño”, decía Petitjean.
Tiempos de guerra y de paz
El entusiasmo de Petitjean no decayó durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque la actividad disminuyó, lanzó una cantidad considerable de productos, incluyendo Discoteint (1941) y Poudre Velours (1945), en el sector de maquillaje; en el cuidado de la piel, dio a conocer Lait des Hespérides (1943). El aprovisionamiento de productos era más lento, y se veía a las mujeres hacer fila en frente de las tiendas, con un tarro vacío de Nutrix en la mano.
En los 50, voluntariamente ligó su maquillaje a algunos de los lanzamientos fílmicos más celebrados. El tono Un Rouge nommé Désir (Un rojo llamado Deseo) se lanzó al mismo tiempo que la exitosa película
Un Tranvía Llamado Deseo (1952) y el lanzamiento de Tango Rose se unió a la cinta Sayonara (1958).
Armand Petitjean murió en 1969, pero su filosofía continúa hasta la fecha.
En 1974, la casa especializada en flores Delbard creó la emblemática rosa de Lancôme con la que hasta el día de hoy se identifican sus productos.