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“No hay mayor dolor, que recordar los tiempos felices desde la miseria” Dante Alighieri

Jorge Armendáriz Gallardo | 24/02/2020 | 11:03

UNA SOCIEDAD ES EL REFLEJO DE sus valores, sus alcances, sus grandes conquistas y también de sus grandes derroteros, mismos que pueden ser favorables o profundamente lamentables.
 

LOS AVANCES EN TECNOLOGÍA, medicina y ciencia nos otorgan hoy grandes posibilidades, desde alargar la vida de mujeres y hombres, hasta atacar los grandes males, procurar la salud e incluso surcar el espacio, donde podemos ver lo pequeños que somos y lo grande de nuestras conquistas como humanidad.

 

AUNQUE TAMBIÉN ESTAS grandes ventajas que nos permiten tener más años de vida y más tiempo para vivirla, pues la tecnología nos permite ahorrar mucho tiempo, pero nos transformó en una sociedad más ociosa, intolerante y muy violenta.

 

COMO LO HABÍAMOS comentado anteriormente, el entorno en que nos movemos hoy día, es uno de extrema violencia, donde la urgente prisa y la falta de valores nos lleva todo el tiempo a presenciar, cometer y aceptar toda clase de violencia, desde la más pequeña en el entorno familiar, hasta las más extremas y escandalosas, donde todo es justificable.

 

COMO LO QUE OCURRIÓ EL pasado lunes y que le sucedió a la pequeña Fátima, quien al salir de su escuela fue raptada por una persona que sigilosamente la secuestro, para llevarla al abuso y finalmente a la muerte.

 

TESTIMONIOS CUENTAN SOBRE LA violencia, saña y frialdad con que se llevó a cabo este espeluznante delito, que en otras épocas serían impensables, pues los códigos también existían en la delincuencia, ellos sabían que con los niños no, no se permitía.

 

Y ES QUE NO ES POSIBLE UNA muestra más deleznable, que atentar en contra de un pequeño ser tan indefenso e inocente, someterlo a la maldad humana; ella no tenía ninguna culpa de los horrores de que fue víctima, ni de lo torcido que se formaron los despreciables seres que planearon este atroz crimen, ni de la omisión de quienes debían cuidarla.

 

ELLA CONFIABA EN QUIEN DE LA mano se la llevó, pero esto nos limita creer que este dantesco capítulo de miseria humana, sea nuestra realidad, la espantosa realidad que aún no podemos digerir como sociedad, la que atragantó las ideas y las declaraciones del Presidente López, al decir una serie de barbaridades, que acabó en frio discurso que repartió culpas políticas.

 

ME RESISTO A CREER QUE estamos caminando en esa dirección; todos debemos resistirnos a pensar que sea el camino a la oscuridad de insensibilizar nuestros corazones, por la vista que no puede creer y por la mente que no puede entender, por qué suceden estos horrores en una era tan evolucionada, moderna y avanzada, pero a la vez fría, apática y comercial.

 

TUVIMOS LA OPORTUNIDAD, JUNTO a muchas más generaciones, de tener una infancia donde niños y niñas éramos libres en las calles, jugábamos en cualquier jardín, plaza o en la misma calle, además éramos felices pues no temíamos a nada, mucho menos a otras personas; hoy la historia es diferente, nuestra niñez ya no es libre y tampoco es feliz, las calles no son más su espacio habitable, la delincuencia, la vileza y la apocalíptica voracidad económica, nos limita incluso a los adultos, hoy todo tiene un precio y ya nada tiene valor.

 

SEAMOS LA CONCIENCIA DE LOS inconscientes; de los desalmados, el alma; de quienes sufrieron y ahora desean ver el sufrimiento detonado, seamos el freno; seamos también fuertes a la palabra y las acciones, para exigir que los que deben proteger la integridad de los ciudadanos, limitar las acciones de la maldad humana con las leyes, sean sacudidos de una buena vez, sin partidos pero con conciencia, sin discursos, pero con la voz de todos los mexicanos bien nacidos que deseamos que esto no sea nuestra realidad, que esto sea una mala pesadilla, que Fátima se encuentre en su hogar con su familia, protegida en todo momento; por muchos buenos mexicanos y las instituciones que implacables, castiguen la menor intención en contra de uno, para que ningún niño o niña en nuestra patria, sufra nunca, porque nadie merece este inaceptable presente.

¡Nunca más en el futuro!

 

¡Nunca más!

 

Correo: Jorgeearmendariz@gmail.com

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