“Yo trabajé en ferrocarriles 48 años, y a la vez tuve la carnicería en mi propia casa, me levantaba a las seis de la mañana, atendía la carnicería hasta las dos de la tarde, la cerraba y me iba al ferrocarril hasta las 10 de la noche, cuarenta y ocho años en un día y es que me jubilaron”, recordó Jesús Reyes, un adulto mayor que vive en el Asilo de los Pobres de San Antonio A.C, desde hace tres años.
Don Jesús vestía un pants, sudadera color gris y unos tenis morados, estaba postrado en una silla de ruedas. Antes de la entrevista estaba muy entretenido coloreando en una de las mesas del patio principal. Él se perdía entre sus libros, aferrándose a un propósito que lo hiciera levantarse cada mañana.
Don Jesús tiene cinco hijas y 21 nietos, aunque están lejos, procuran visitarlo y estar en contacto con él, incluso dijo que lo llevaron a pasear por ser el Día del Padre.
No todos los adultos mayores tienen la "suerte" de Don Jesús, hay unos que prácticamente fueron abandonados en los asilos.
Eduardo Teisser, director del Asilo San Antonio A.C, reconoció que la mayoría de los inquilinos no reciben visitas: "Ahorita por ejemplo tengo una viejita que la trajeron de un ranchito de Rioverde y los familiares como que ya les urgía dejarla en algún lugar, tiene ahorita tres semanas y no han venido a verla, les hablamos por teléfono y no contestan, como quien dice vienen a abandonarlos y es triste porque no sé, no está bien ponerme en su lugar pero, venirlos a dejar y no aparecerse hasta el siguiente mes, como que no es justo ¿verdad?"
La falta de cultura en cuidados geriátricos domésticos, la ajetreada vida y la falta de equipamiento para atender adultos mayores con discapacidad y demencia, son varios de los factores que orillan a los familiares a dejar a sus padres y abuelos en los asilos, señaló Francisco López Esqueda, jefe de Departamento de Geriatría del Hospital Central, quien recalcó que por más que un asilo cuente con los cuidados necesarios, un adulto mayor debería de estar en casa con su familia.
"Los asilos son un mal necesario, es un mal porque no debemos de dejar a las personas ahí […] yo creo que lo ideal es que los sistemas gubernamentales apoyaran a las familias, para tratar de tener al adulto mayor o al anciano en su casa, cosa que en otros lugares existen muchos apoyos, aquí empiezan a existir apenas algunos, pero nos hace falta muchísimo.
Mientras tanto, don Jesús es optimista, dice que está bien en el asilo, pero también lamenta no poder disfrutar de la casa que le costó tantos años construir.
“Me encapriché e hice mi casa, estuve trabajando, pagar renta toda la vida pues voy a hacerme de una casa, me propuse y la hice, con un puro albañil y me tocó suerte porque yo solicité una esquina, el puro solar, y me conseguí un albañil que es mi amigo y el la levantó desde abajo, tres pisos, forrada de cantera… Como yo la quería y tenía el capital para hacerlo y me quedó pues buena la casa, pero no la disfruto, pero ahí está mi esposa, ahí nacieron mis hijas y crecieron".