El Universal | 09/03/2010 |
La ciudad de México que generó las 35 crónicas que conforman el libro reciente del cronista mexicano Carlos Monsiváis, es postapocalíptica y muestra que esa urbe fue tranquila en la medida “en que uno podía caminar en las noches, en que había la promesa del empleo, en que se pensaba que con todas las dificultades, era posible una vida de calidad”.
Pero la realidad que plasma en “Apocalipstick” -libro publicado por “Debate” que ya va en su primera reimpresión- no tiene nada de tranquila porque “esa tranquilidad residía en la esperanza y ahora se muda a una ciudad cuya razón de ser es la conversión de la esperanza en un mercado de la piratería, en frustraciones de distinta índole, en resignaciones y depresiones de índole variada; se ha perdido el eje que era la posibilidad, ahora todo está centrado en la imposibilidad”.
El intelectual mexicano y colaborador de EL UNIVERSAL definió su libro de crónicas, que utiliza en la portada una fotografía de la instalación de Spencer Tunick en el Zócalo, como “un conjunto de crónicas cuyo centro es la ciudad de México y cuyo leitmotiv es el viaje de una ciudad tranquila a una postapocalíptica”; y usa el cambio climático como elemento paródico “y al decirlo ya me estoy deprimiendo porque si uno llama a la parodia parodia, ¿qué queda?”.
Urbe apocalíptica
El cronista, que está por publicar para el Colegio de México una historia cultural del siglo XX en dos tomos, afirmó que en esta ciudad apocalíptica aún no está abolida la esperanza. “Estamos un momento de razonar organizadamente la esperanza... si quieren una palabra que está revelando en este momento lo que pasa en el país, de acuño reciente, es empoderamiento, en todos los sectores. Empoderarse es armar la esperanza a título individual y en beneficio colectivo”.
Monsiváis habló de la violencia, de las inundaciones en Valle de Chalco, de la libertad que fue el desnudo masivo en 2007 y del Bicentenario. Dijo que “lo que pudo haber sido una revisión general del Bicentenario de América Latina como un todo, pese a las variedades y a las diversidades, se está convirtiendo en un análisis que cada país se hace de su historia y de aquellos momentos de su historia que se consideran básicos. En el caso de México, por lo visto, lo que se considera esencial es el desfile y el 15 de septiembre, lo que le quita al resto del año la densidad histórica”.
Para México, mencionó, el 15 de septiembre es el eje de las celebraciones y el centro de las festividades, “pero como esfuerzo, plataforma de lujo, trampolín de ostentación -qué metáforas estoy usando- creo que el 15 de septiembre de 2010 va a ser el momento en que la ciudad confronte que ese pasado también fue un desfile”.