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Parque de los Gatos en Cali, Colombia, refleja personalidad de sus mujeres

Notimex | 15/07/2018 | 11:09

Las distintas fases de la personalidad de las caleñas, que bien podría ser la de cualquier mujer, se representa en la figura de 18 mininas que buscan conseguir el amor de “El Gato del Río”.

En el parque también conocido como el de los gatos, destaca la escultura de un felino en bronce. Es grande y corpulento, está sentado mirando al frente, y en su cola posa una paloma.

Detrás de la obra del maestro Hernando Tejada, vienen 18 gatitas, que tienen una misma figura, pero decoradas por distintos artistas para darles una característica propia.

Coqueta, tierna, diva, cálida, protectora, vigilante, pensativa, intelectual, presa de sí misma, mala, entrañable, a la defensiva o guerrera, todas buscan conquistar al único macho en el parque situado en la ribera del río tutelar de Cali.

La gata “siete vidas” es con la que más se identifican las mujeres habitantes de ésta, la segunda ciudad más antigua de América Latina, por la historia de su país y los retos de la vida actual.

“Las caleñas somos guerreras, Colombia ha sido un país que ha tenido muchas guerras y hemos salido adelante; en lo personal estamos las mujeres que como madres solteras también somos unas guerreras, trabajamos mucho para sacar solas adelante a nuestros hijos, yo me identifico con la ‘siete vidas’ porque hemos pasado por todo”, afirmó Vanessa, quien es guía de turistas.

La minina más cercana al Gato del Río, es la “cálida”, como la ciudad y la gente de Cali, es mulata, bella y con la sensualidad de la mujer caleña. Le siguen la gata “presa”, decorada como si tuviera uniforme de convicta; la “vigía del río”, protectora de estas corrientes de agua.

La denominada “fogata”, irradia luz y vida sobre la mágica noche y en su vientre genera vida a especies vegetales y animales; la “melosa” es dulce, alegre y de colores brillantes; “Yara, la diosa de las aguas”, surge de la profundidad de la selva amazónica y viene a conquistar al Gato del Río; mientras que, la “ceremonial”, se caracteriza por el uso de elementos de las etnias culturales de Colombia.

La gata “ilustrada” es alegre y gustosa por la naturaleza conjugando elementos de mar y aire; la “mac” representa el equilibrio en la vida y es hija de la luz; la “no hay gato” es intelectual y, tras mucho investigar, encontró que el gato no se menciona en la Biblia.

La “gata en cintas” es tropical, salsera y apasionada, camina con el ritmo de las caleñas y se viste de color; la sucia desafía el gusto, el dinero, el mito del arte y los viajes obligatorios a Norteamérica y Europa; la entrañable, recubierta con grafito muestra imágenes del paisaje nocturno que propician el romance.

La preferida para muchas mujeres, la “siete vidas” es una gata pirata que con sentido del humor ha sobrevivido a siete accidentes, peleas, ataques, guerras, caídas y otras desgracias.

Muestra múltiples heridas, lleva una pata con yeso y otra con tornillos, un parche en el ojo izquierdo, la cola vendada y un collarín, pero, aun así “no se rinde, siendo ejemplo de fortaleza, paciencia y esperanza” según se observa en su descripción.

Le sigue la “gachuza” llena de clavos como si fueran espinas, ella está dispuesta a defenderse de la agresión del medio ambiente, de los gatos callejeros que la ven irresistible por su color rojo. “Anabella, la gata superestrella”, es una diva, con un decorado que simula el vestuario de una vedette, es bella, caleña, fina y educada.

Por último, están la gata “bandida”, con lunares de colores muestra en su cuerpo la imagen de famosos gatos de la cultura pop; y la “coqueta” quiere mostrar la coquetería e independencia que tiene los gatos.

Aunque la escultura del gato es contemporánea, cumplió 22 años el 3 de este mes, ya se ha convertido en uno de los sitios emblemáticos de esta ciudad y es uno de los puntos obligados para los turistas, como la estatua de Sebastián de Belalcazar (fundador de Cali) y el cerro de Cristo Rey (similar al Cristo del Corcovado en Río de Janeiro, Brasil).