Lo que sobrevivió intacto de la novela de Stephen King en la primera versión de Eso (1990, Tommy Lee Wallace) fue Pennywise (Tim Curry), el payaso.
Sin perder el contexto literario, la versión para tv sacrificó anécdotas, condensó demasiado la historia a pesar de sus más de tres horas de duración, y quedó en un churro que sólo atinó al erigir la icónica imagen del aterrado payaso.
En esta nueva versión, el director originalmente contratado que luego declinó, Cary Fukunaga, pensó que la abundante novela podría adaptarse en dos cintas, una sobre la etapa infantil y otra sobre la adulta.
La racional adaptación, que no perdió nada en manos del nuevo director, es ahora It (2017), segundo largometraje del argentino Andrés Andy Muschiett. El estelar sigue siendo Pennywise (Bill Skarsgard). Pero lo desdibujado en el telefilme cobra nitidez: el gripo de niños, el club de perdedores son estampas vivas de una infancia vulnerada. Crudo ejemplo de ello es cuando Bill (Jaden Lieberher) pierde a su hermano Georgie (Jackson Scott), bajo la lluvia que parece cósmica, con el barquito de papel yendo hacia la alcantarilla donde Pennywise espantosamente aparece.
Al igual que otras historia de King, la clave, aquí bien interpretada, son los niños. Cada uno es un estado de ánimo. El personajes es colectivo. La infancia es vista con diversos grados de incomodidad; la vulnerabilidad se padece en grupo. La infancia no es tan ideal porque los miedos reales forman parte de una maldad forjada con la indiferencia del tiempo.
Si la primera versión exploraba la coulrofobia (el miedo al payaso), en esta versión, el punto de vista infantil, jamás pueril, vuelve al payaso metáfora de innumerables realidades que acosas a los protagonistas en una dinámica donde la angustia y soledad asfixian.
Muschietti hace una cinta notable, con atmósfera nítida, amenazante que se altera cada que aparece Pennywise generando los sobresaltos de rigor. No es en sentido estricto un filme de terror: es de suspenso psicológico con espantosa presencia sobrenatural. Muschietti transmite esa vulnerabilidad inquietante por realista, que no tiene solución. Tal vez en el capítulo dos.
Esta adaptación, que preserva la esencia de la novela de King, está entre las mejores. Muschietti confirma por ello ser un director inspirado para la narración visual contundente, aunque no es magistral, debido a que eligió hacer algo más interesante: un filme de culto.