Tienen la escuela de la laudería que se asentó en Paracho
Tamazunchale, SLP.- Texquitote, hoy comunidad de Matlapa y por muchísimos años perteneciente a Tamazunchale, ha sido una comunidad conocida por la elaboración de instrumentos de cuerda como guitarras, violines, mandolinas (con caparazón de armadillo), arpas, guitarrones y otros instrumentos.
Poco conocido es el origen de este arte pues, a decir verdad, no existen muchos lugares en la República Mexicana donde se fabriquen guitarras. Dicen los nativos que deben ponerle el “alma”, es decir la resonancia en la parte interior del instrumento, cosa nada fácil.
En primer lugar debo definir de dónde proviene el término “laudería”. El vocablo proviene del árabe “alud”, que más tarde tomó el nombre de “laúd”, instrumento de cuerda cuya parte inferior es convexa y formada por pequeñas piezas a modo de costilla. Se puede decir que el laúd es el más viejo antecedente de la actual guitarra, la que al paso de los siglos se ha ido perfeccionando. De allí la aplicación del sustantivo laudería para el arte y lugar donde se elaboran estos instrumentos.
Cuando en otras partes de México, o inclusive del extranjero, mencionamos que se hacen guitarras en esta parte de nuestra República, se sorprenden, porque es del dominio popular que de Paracho, en el estado de Michoacán, proviene todo tipo de instrumentos de cuerda. En efecto así es, en ese lugar se estableció la laudería más importante de América, cuando el evangelizador Vasco de Quiroga trajo artesanos expertos de España para que capacitaran a los tarascos en la fabricación de dichos instrumentos musicales.
Este arte que aún perdura en aquellas hermosas tierras michoacanas y le ha dado renombre a México en todo el mundo.
Pero ¿cómo fue que llegó este arte al corazón de la huasteca potosina? Durante la época del virreinato se distribuyeron las diócesis católicas en vastos territorios, que muchas veces eran tan grandes que llevaba tiempo a los frailes, monjes y prelados recorrer cada una de las misiones y parroquias ya establecidas, de sus respectivas jurisdicciones.
Por el año de 1548, cuando ya se había establecido la parroquia de Tamazunchale de San Juan Bautista, empezó a suscitarse un intercambio entre diócesis. La parroquia de Tamazunchale estuvo bajo la jurisdicción de la arquidiócesis de la Ciudad de México durante 300 años. Fue entonces cuando párrocos de la diócesis de Michoacán visitaron con frecuencia la Huasteca, con fines religiosos. Viendo la abundancia de árboles de madera preciosa, decidieron enseñar a los nativos de estas tierras la confección de instrumentos de cuerda. Así comenzó el arte de la laudería en Texquitote.
El vínculo entre Michoacán y la Huasteca no acaba allí, también influyó en la gastronomía regional, de la cual en otro artículo me ocuparé. Hoy en día las guitarras se siguen fabricando, aunque las de Texquitote han quedado un poco en la rusticidad, ya que los fabricantes no aprendieron el arte del laqueado michoacano, que le da mucha vista al instrumento, sin embargo los expertos en guitarras concuerdan en que las hechas en Texquitote son de muy buena calidad sonora y que vale la pena adquirirlas. En la misma comunidad tuvo su origen la “quinta huapanguera”, guitarra de cinco cuerdas que es usada para la ejecución del tradicional huapango huasteco.
Al paso de los años y la modernidad, los talleres rústicos de Texquitote, municipio de Matlapa, siguen adelante en la producción de instrumentos de cuerda y cada vez más personas visitan el lugar para conocer o aprender el arte. Estadounidenses, japoneses y españoles han conocido la laudería de Texquitote.
Sin duda Texquitote es un lugar digno de mencionarse y debe dársele más promoción a nivel nacional.