Las especulaciones no podían hacerse esperar en el entorno del desplome del Learjet 45 en el que viajaban el Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño y el ex fiscal José Luis Santiago Vasconcelos.
Las especulaciones fueron empujadas por la importancia de estos dos personajes pero, también por los yerros que se fueron entretejiendo en el entorno, desde la denominación con la que el avión salió del Aeropuerto Ponciano Arriaga (como Learjet 25), la súbita desaparición de la nave en el radar del Aeropuerto de la Ciudad de México, las afirmaciones del secretario de Comunicaciones, Luis Téllez Kuezler, en el sentido de que la aeronave de Gobernación sólo llevaba una “caja negra”… y, también, por el cruce que se aprecia en las pantallas del radar del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) de un helicóptero del tipo AW139, de los cuales solamente hay dos en México; se trata de un helicóptero que vale casi 12 millones de dólares y es propiedad de un magnate que la fuente de información no ha querido identificar.
El tema del helicóptero es importante, toda vez que, en el radar se observa que el avión en el que viajaba Mouriño y este aparato tuvieron un acercamiento que hizo que el Learjet, identificado como 25 en el radar, observara una maniobra hacia la derecha, en tanto que el helicóptero pareció descender siguiendo su ruta.
Importa porque se ha elaborado una teoría en la que se asevera que, por la velocidad del Learjet, la proximidad de este con un Boing 767 de Mexicana de Aviación y el helicóptero, el avión de Gobernación habría caído en una turbulencia de estela, acelerando su caída por la succión del rotor del helicóptero, por lo que el desplome se ofreció de manera vertical.
Otra teoría apunta que el desplome vertical del Learjet pudo ser ocasionado por una maniobra inusual, consistente en la activación de los alerones de frenaje, combinada con una brusca desaceleración de los motores, por lo que el aparato observó una caída similar a la de una piedra lanzada al aire; de otra manera los daños generados en tierra habrían sido mayores. Mucha gente habría muerto, no sólo en el periférico, sino también en los edificios de la zona.
Entre los rumores se soltó uno que indicaba la posibilidad de que desde el helicóptero se le haya lanzado al avión de Gobernación un misil o una ráfaga antiaérea. Esta acción ha sido considerada, entre todas las hipótesis, como la menos probable; o para decirlo de otra forma, la más improbable.
Este asunto del misil se
descarta por si sólo, si se recuerda que el helicçoptero que pasó bajo el avión
de gobernación es uno de los únicos dos que existen en el país, y por lo que se
sabe, no existen reportes de que uno de ellos haya sido “secuestrado”.
Una vez que se han localizado
las dos grabadoras del aparato y se han entregado para su ançalisis a expertos
estadounidenses, solo hay que esperar el dictamen correspondiente.
Los datos de las “cajas negras” serán fundamentales; el análisis de las mismas no tardará los once meses calculados por la SCT; la información estará en el conocimiento de los investigadores en mucho menos tiempo; los once meses los consumirá la investigación global, los peritajes aeronáuticos, mecánicos, químicos, electrónicos y lo que resulte.
Respecto del plan de vuelo ingresado desde San Luis a las computadoras de tráfico aéreo y a la posibilidad de un error humano de los pilotos, ya se verá en las conclusiones de la investigación.
Lo único cierto hasta
ahora es que el avión desplomó; que murieron sus ocupantes y también mucha
gente en tierra.