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Los creadores de la narcopolítica

Salvador García Soto
El Universal | 23/09/2008 |


Responsables directos de haber servido, voluntaria o involuntariamente, como instrumento para que el narcotráfico permeara las estructuras de poder, los partidos políticos hoy eluden su parte de culpa en la situación de crisis y violencia que vive el país. Apenas tímida y cínicamente, algunos institutos hablan de “la necesidad de vigilar” a quienes postulan a puestos públicos.


Porque el pragmatismo y laxitud que les caracteriza, en su ambición de poder, ha hecho que todos los partidos, sin excepción, relajaran sus mecanismos de selección de candidatos y —con dinero de por medio— accedieran, a veces en niveles municipales, estatales e incluso federales, a postular a personas con antecedentes poco claros o cuyas fortunas, propias o de quienes los financian, son ilegales o de dudoso origen.


Hoy sólo un partido, el PRD, tiene en sus estatutos mecanismos de vigilancia para cuidar que los “perfiles y antecedentes” de sus candidatos sean analizados para evitar infiltrados. Tal disposición, aun genérica y algo discrecional, fue aprobada por el Congreso Nacional perredista apenas este fin de semana.


El resto de los partidos se ha quedado en discursos y buenas intenciones. En los hechos no cuentan con normas internas precisas y puntuales para evitar que, a través suyo, los narcos y bandas criminales sigan escalando posiciones de poder en busca de impunidad y protección, como las que ya gozan en algunos estados y municipios, para sus operaciones.


Beatriz Paredes, en el aniversario del PRI el 4 de marzo, habló de la necesidad de “cuidar a los candidatos” y cancelar candidaturas si detectan financiados o ligados al narco. Mencionó incluso una iniciativa de ley con sanciones y acciones para evitar “candidatos del crimen”. Las intenciones de Beatriz quedaron en eso. Ni envió la iniciativa y el tema no figuró en la reciente Asamblea Nacional priísta, organizada por ella.


La semana pasada, en el aniversario del PAN, el presidente Calderón pidió a su partido estar alerta “para que el narco no infiltre campañas y elecciones en 2009”. Llamó a los panistas a vigilar que su militancia o su dirigencia sean infiltradas por criminales.


Pero el PAN no tiene controles específicos para evitar la infiltración. En su reciente reforma estatutaria, aprobada el 26 de abril, creó mecanismos que intentan ser “filtros” para candidatos indeseados. Por ejemplo, en candidaturas a diputados o a alcaldes, las nominaciones se reservan a militantes panistas, y sólo en excepciones aceptan a externos o adherentes.


Hay indolencia en los partidos para reconocer que ellos son parte del problema que tiene al país al borde de la ingobernabilidad. Si ellos no establecen controles y mecanismos realmente estrictos —prueba de polígrafo, antidoping, revisiones patrimoniales exhaustivas, antecedentes penales y honorabilidad probada—, los infiltrados del narco y el crimen en la política sólo se evitarán cuando los detecte el IFE en sus revisiones de gastos posteriores a las campañas. ¿Y a los que no detecta?


La semana pasada, el jueves 18 de septiembre, el Presidente invitó a comer a Los Pinos a los líderes de los partidos. Asistieron Beatriz Paredes, Germán Martínez, Jorge Emilio González, Alberto Begné y Jorge Kahwagi. No fueron los líderes del PT, Convergencia y del PRD, con el infantil argumento de Guadalupe Acosta de que “aceptar la invitación de Calderón sería legitimarlo”.


El encuentro era para hablar de los atentados de Morelia y la inseguridad en el país. “¿Cómo ven ustedes la situación?”, cuentan que les soltó a sus invitados en la reunión privada. Jorge Emilio dio un discurso a favor de la pena de muerte a los criminales.


Germán Martínez, fiel a su condición oficial, respaldó las acciones del Presidente y convocó a que los partidos se unieran en la condena a la violencia y en un frente común para frenarla. Beatriz Paredes expresó preocupación de su partido ante el incremento de la violencia, pero en términos generales avaló la estrategia presidencial para enfrentarla.


El único que fue más allá de la retórica, fue Alberto Begné. “¿No se dan cuenta que esto no se va a acabar mientras persista la impunidad y la corrupción que ha infestado a todos los niveles de poder?”, preguntó el saliente dirigente de Alternativa. Hubo un silencio, y luego, el Presidente y los dirigentes aceptaron que el problema es de fondo. Pero el encuentro no pasó de ahí.


¿Habrá voluntad real de los partidos y sus dirigentes, incluso del mismo Presidente, para frenar la narcopolítica que avanza en México?

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