Monseñor Carlos Cabrero sostuvo una entrevista con Plano Informativo.
Como al final de cada misa, avanzó por los pasillos de la Catedral para repartir bendiciones hasta llegar al privado de la Catedral, en donde se desprendió del báculo, la casulla y la mitra, para quedar únicamente en sotana. Su rutina de cada semana desde que llegó a San Luis Potosí el pasado 16 de mayo.
Carga con 66 años de edad, su rostro es de paz. Pensativo, con voz suave y un andar despacio. Está sentado en la cátedra, la silla que perteneció al cuarto obispo de San Luis Potosí, Ignacio Montes de Oca y Obregón, con dos demonios tallados en madera en cada uno de los brazos y un búho que simboliza la sabiduría y la enseñanza capaces de vencer al mal.
Dice que su vocación o el “llamado de Dios” se encuentra ligado a una escena que lo sacudió en una playa de México, un día remoto de su primera juventud cuando vio a un niño envilecido por su familia. También pensó alguna vez dedicarse a la medicina o a la abogacía, aunque al final se impuso el llamado de Dios.
Jesús Carlos Cabrero Romero es primer arzobispo nacido en San Luis Potosí y el tercero en la historia de la Iglesia potosina. Sus padres Francisco Cabrero y María de Jesús Romero tuvieron 11 hijos. A los 26 años recibió la ordenación sacerdotal y dos años después se fue a Roma a estudiar la Licenciatura en Teología Espiritual, en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Durante cinco años fue párroco del templo de San Miguel Arcángel y después de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. En el 2008, el Papa Benedicto XVI lo nombró obispo de la Diócesis de Zacatecas. Su lema es "Dar la vida".
Nos recibe sentado en la silla que perteneció a Montes de Oca, el célebre obispo vinculado a Porfirio Díaz, que en 1900 proclamara en París que la Iglesia Católica había progresado pese a las leyes de Reforma, origen de alguna manera de la insurrección encabezada por los liberales potosinos.
En el encuentro con el arzobispo nos rodean las imágenes inmortalizadas de los más altos jerarcas que ha tenido la Iglesia Católica potosina, del obispo Pedro Barajas a Miguel María de la Mora, de Guillermo Tritschler, Ezequiel Perea Sánchez, a los primeros arzobispos Arturo Szymanski y Luis Morales Reyes.
Habla de los casos de pederastia en que se han visto involucrados algunos sacerdotes, no solo en el país sino en todo el mundo. Acepta el problema en que se encuentra la Iglesia, “sin excusar la falta, sin debilitar el pecado”; habla también de la miseria en el país, de los desafíos que enfrenta en la Arquidiócesis, del compromiso social de la Iglesia.
Aquí las respuestas del arzobispo en la entrevista que sostuvo con este medio.
- ¿Cómo surge su vocación por el sacerdocio? ¿Recuerda algún momento particular en que haya sentido ese "llamado de Dios" para dedicar su vida a él?
-En la casa de usted vivía un joven atleta que yo admiraba mucho y de repente se fue al Seminario, de ahí nació esa inquietud. Pero realmente la vocación, y se lo agradezco mucho a Dios, fue en un lugar de las playas de México, cuando estábamos un grupo de jóvenes y de repente vi que un niño como de 3 años bajó corriendo del carro de sus papás porque querían obligarlo a fumar marihuana como ellos. Eso me impactó tanto que dije, ya ni en la misma familia hay espacio para el respeto o no habrá quién sea capaz de querer a las personas como son. Pensé en ser médico o abogado, pero no, elegí sacerdote, porque aquí es el lugar donde uno puede pensar en los demás las 24 horas.
-Al ser ordenado sacerdote en 1972, pensó alguna vez que llegaría a ser arzobispo de San Luis Potosí, ¿cómo se enteró de su nombramiento?
-Nunca me imaginé, fue sorpresivo… Cuando me dieron el nombramiento ya tenía tres años de obispo, y sí, es una distinción, pero la responsabilidad nadie la quita y el peso que esto implica solo en el Señor se puede sobrellevar. Puede ser una ocasión para superarse, ser mejor y así responder a lo que los fieles quieren de su sacerdote.
-¿Cuál sería el principal compromiso pastoral que buscaría sacar adelante al frente de la Arquidiócesis?
-Mi compromiso es unir, pues veo una sociedad desunida con muchos intereses y pensamientos dispersos, creo que esa es la forma en la que podemos llegar a acuerdos para alcanzar un beneficio en común. Cada uno en el lugar que está debe mirar al hombre no como ocasión para beneficiarse, sino para servirlo. Para mí el Señor está en cada persona y me invita a reconocerla, siempre le pido a Dios que jamás sea yo quien alce la voz para ofender y que por el contrario todo sea para servir, complementar y dejarme ayudar.
-A su juicio, ¿cuál sería a nivel social el problema principal que enfrenta la Arquidiócesis potosina?
-El principal problema es el debilitamiento de la fe. Ello hace que los valores desaparezcan y poco a poco nos deshumanicemos. El lugar privilegiado, que no debería ser el único para que se afiancen los valores, es el hogar, y hay unos muy disfuncionales. Eso es fruto de una fe que se está debilitando fuertemente y la tarea principal que la Iglesia tiene es promover la fe en Jesucristo.
-Dijo al llegar a la entidad, luego de su primera misa como arzobispo, que en la Arquidiócesis habría solo un cambio de persona, “el único cambio es el mío, el único cambio es mi cambio interior y soy el primero que tengo que cambiar" ¿no habrá un enfoque distinto del trabajo pastoral que se hacía con el arzobispo Luis Morales Reyes?
-Yo pienso que las obras de cada persona son como peldaños de los que uno tiene que apoyarse para continuar, no soy del pensamiento de acabar con lo que ya se ha hecho sino aprovecharlo. Lo que ahora nos interesa es llevar a todas partes el evangelio, para que de ahí broten esos valores que nos ayuden a vivir con dignidad, trazar caminos, crear la fraternidad y la comunión entre los hombres y echar todo lo que nos divide.
-El Plan Pastoral de la Arquidiócesis potosina -promulgado en 2009- hace un análisis de los principales problemas que detecta la Iglesia y dice, por ejemplo, que "es preocupante la apatía que existe para participar en las actividades pastorales" ¿qué tan grave es esta situación?
-No niego lo que se dice de la apatía, pero existe porque no hay un testimonio vivo, entonces, ¿cómo queremos convencer al otro si yo soy el primero que no creo?, esa incoherencia no puede ser. Nosotros Iglesia –me refiero a obispos, sacerdotes, religiosas- tenemos que ser los primeros en convencer con la vida.
-El problema migratorio en San Luis Potosí ha ido en aumento y de ello la Iglesia no ha sido ajena al promover albergues humanitarios para atender a este sector, ¿cuál es su postura sobre este tema y qué considera que falta por hacer al respecto?
-La pregunta que usted me hace es una pregunta que los que tienen el poder no la escuchan, porque los regímenes económicos del mundo son los que ocasionan toda la pobreza, el que beneficie solo a unos cuantos. Hay muchos focos de pobreza y si no se resuelven a tiempo, no sé cómo le vamos a hacer para frenar toda esa inconformidad que el pueblo siente al no dársele oportunidad a sus derechos, como a la vida, al trabajo, a ser tratado con dignidad. Estamos en tiempos muy complicados donde lo que estamos endiosando es el dinero y el poder, y eso solo lo alcanzan dos tres y los demás háganse bolas.
-¿Qué piensa de la situación económica del país?
-Tiene que haber un plan económico serio y responsable para México, no es posible que cada sexenio estemos cambiando o invalidando lo anterior, siempre inventando nuevas fórmulas.
-¿Cuál es el papel que deberían desempeñar los empresarios para revertir esa situación de injusticia social que observa la Iglesia?
-Yo digo que no es problema solo de ellos ni del gobierno, es problema de todos…Necesitamos líderes verdaderos, que amen a México y que vean por el bien de todos, no líderes para enriquecerse con tierras, bahías, etcétera.
-A nivel internacional hay un problema reconocido que tiene que ver con la falta de nuevas vocaciones para el sacerdocio, ¿qué tan importante sería esta situación en San Luis?
-Si vemos el número correspondiente a habitantes en el estado, pues sí faltan, pero yo quisiera que los que hay estén convencidos de lo que tienen en sus manos y eso basta para que se generen otras vocaciones. La escasez también puede deberse a eso, porque a lo mejor nosotros no hemos sido ocasión de promover el amor por la vocación sacerdotal o religiosa, o el amor por la vocación al servicio de los demás.
-¿Qué piensa de algunos personajes con gran ascendencia social como Javier Sicilia que maneja un discurso poético y político inspirado en el cristianismo y el catolicismo?
-El evangelio nos puede inspirar a todos, pero aún y cuando merecen todo mi respeto, la cuestión es que todos los movimientos sociales que se han levantado en México no son persistentes, nada más son como llamaradas de petate, unos cuantos y de repente desaparecen, no hay seguimiento. Nos hacen falta líderes en todos los sectores, el líder debe alcanzar el bien común.
-En una de sus primeras entrevistas con la prensa local, señaló que los medios de comunicación crean muchas veces un ambiente de frivolidad y no ayudan a la dignificación de las personas, ¿cuál cree que debe ser el papel de los medios de comunicación?
-La prensa tiene su tarea en la convocatoria para la unidad de México y muchas veces en sus notas se ve cuestionado lo que se pueda aportar a ello, porque en ocasiones los reporteros son víctimas de persecución, incomprensión y maltrato. Es admirable la vocación de un periodista y los dueños de las empresas de la comunicación tienen también una responsabilidad social de contribuir al crecimiento…el periodista sabe de sus riesgos de vida, pero ellos con su pluma, voz, comentario o entrevista, pueden hacer muchísimo más que un maestro en un aula.
-Qué le dicen algunas figuras destacadas de la Iglesia católica a nivel nacional como el sacerdote Alejandro Solalinde o el obispo Raúl Vera, reconocidos por su compromiso social con los más desprotegidos ¿le hacen falta a la Iglesia más sacerdotes con esa vocación?
-Es admirable cómo consumen sus vidas por el bien, pero también hay otros padres que no han sido motivo de nota periodística y han hecho una gran labor, como los que atienden asilos y tienen otros apostolados. Por ejemplo, en días pasados hubo un encuentro nacional de sordomudos y todos los sacerdotes que venían acompañándolos tenían una plena comunicación con ellos, fue admirable, me impactó. El asunto es que cooperemos para la integración de todos. Ellos luchan porque los sordomudos se integren a la sociedad.
¿Cuál considera que ha sido el impacto que han tenido los casos de pederastia de sacerdotes documentados en diversas partes del mundo, en México incluso?
-Lamentablemente de escándalo y eso desfavorece la credibilidad de la Iglesia, pero insisto, a veces no se miran los casos de virtud y don, eso está oculto. No quiero excusar la falta ni debilitar el pecado, los casos se dieron, están afectando a la Iglesia y son un tema de escritura, libros y comentarios, pero yo diría que tenemos que aprender a no quedarnos en lo negativo sino mirar lo positivo de cada una de las vocaciones.