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Amuse promete festejo inolvidable al Auditorio

La compañía canadiense dará un espectáculo donde música, magia, acrobacia y multimedia son uno solo

Una niña toma por asalto el escenario y da rienda suelta a su imaginación: brinca, salta, baila, todo al mismo tiempo que el responsable del espectáculo deja que su alegría lo contagie.

“Esa es la premisa del show”, explica Olivier Landerville, diseñador de la escenografía de Amuse, espectáculo que mañana tendrá su premier mundial en el Auditorio Nacional de la ciudad de México.

“Un lugar como éste es perfecto, porque tiene la estructura del teatro italiano en el escenario y la profundidad de una arena hacia el público”, comenta el escenógrafo canadiense.

Anteriormente, Landerville participó en óperas, musicales, montajes y haciendo el diseño de arte en programas de televisión en su natal Quebec, pero los requerimientos para el show que debutará mañana fueron específicos.

“Me dieron carta abierta, pero fueron claros en cuanto a las posibilidades de la creatividad, que pareciera la imaginación desatada de un niño que está divirtiéndose”, explica.

Dos camiones de doble remolque cargan la estructura donde se desarrollarán las poco más de dos horas de magia, luz, sonido y acrobacia, divididos en dos segmentos.

“Toda la estructura es de madera, no tengo el peso, pero son varias toneladas y en varios de ellos habrá luces, de otros saldrán artistas brincando al mismo tiempo, todo mientars en las paredes de los cubos se proyectan imágenes varias, en un espectáculo multimedia total”, comenta.

Una mano de siete dedos

Grupos de 10 hombres empujan los carros con guías luminosas de siete lámaparas robóticas; al mismo tiempo algunos vestuaristas ordenan por número y los ingenieros de video prueban la proyección sobre la estructura de 15 metros de alto.

El trabajo no para en el Coloso de Reforma, y es que en mediodía se montó la escenografía.

“Tardaremos dos días en ponerla totalmente y estar listos con las luces”, aclara Landerville.

Este trabajo no lo hacen personas normales, todo ellos hacen honor al nombre de la compañía canadiense: “7 doigts de la main” (siete dedos de la mano), que es el espíritu de Amuse.

Un ejército de acróbatas, artistas, músicos, tramoyistas, técnicos y colaboradores que supera los 200 elementos cuando el show comience.

“En cada número hay unas 25 personas en escena, mientras atrás un número de 30 personas están pendiente de los movimientos y requirimientos técnicos. Somos un pequeño comando despertando la imaginación”, comenta entre risas.

Todo este ejército creativo trabaja bajo la batuta de Gypsi Snider en un colectivo conformado por tres células: Geodezik, en el diseño de video; Creative Kaos, en la iluminación; la música de benoit Jutras y el vertuario de Lucien Labernéche, todo sobre la escenografía de Olivier Landerville.

“La estructura se mandó hacer en Europa, es de madera casi en su totalidad, con recubrimientos que evitan el calentamiento y que al mismo tiempo soporten a los acróbatas encima de él”, detalla Olivier.

Magia total

La experiencia de Amuse no comienza cuando levantan el telón, la magia empieza desde el lobbie del Auditorio Nacional donde la compañía da una probada de lo que verá el público. “Hay pequeños talleres de acrobacia a las afueras, es un preshow que nos acerca más con el público”, comenta el escenógrafo.

La compañía estuvo dos semanas en Monterrey, en una prueba general de lo que será el espectáculo, pero promete que la noche del jueves “El Auditorio vivirá un cumpleaños que no olvidará”.
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