David Martínez | Plano Informativo | 06/04/2012 | 13:32
He aquí que de los evangelios apócrifos, se da cuenta de una correspondencia entre Pilato y Herodes. Primero se hará referencia al contenido de la carta que Poncio Pilato, gobernador de Judea, envió al tetrarca Herodes, a quien le manifiesta reconocer que cometió un error haber mandado crucificar al llamado Cristo y de quien también le informa de su resurrección.
Según los evangelios apócrifos, Poncio Pilatos escribió a Herodes: “He ordenado enviar una expedición a Galilea y atestiguan haber visto (a Jesús) en su propio cuerpo y conservando el mismo semblante […] más de quinientas personas han ido por ahí dando testimonio de ello, y, lejos de vacilar, han predicado su resurrección y han anunciado un reino eterno”
“Y has de saber que Procla, mi mujer, me dejó solo y se fue con diez soldados y Longino, el fiel centurión, para contemplar su semblante […] y le han visto sentado en un campo de cultivo, rodeado de una gran turba y enseñando las magnificencias del Padre; de manera que todos estaban fuera de sí y llenos de admiración, pensando que había resucitado de entre los muertos aquel que había padecido el tormento de la crucifixión. Y Jesús (viendo a Procla y sus acompañantes) se dirigió a ellos en éstos términos: ¿Todavía no me creéis, Procla y Longinos? ¿No eres tú el que hiciste guardia durante mi pasión y vigilaste mi sepulcro? […] Yo, el que fui levantado y sufrí muchas cosas, vivificaré por medio de mi muerte, toda la carne que ha perecido. Ahora, pues, sabed que no perecerá todo aquel que haya creído en Dios Padre y en mí, pues yo hice desaparecer los dolores de la muerte y traspasé al dragón de muchas cabezas. Y, en ocasión de mi futura venida, cada uno resucitará con el mismo cuerpo y alma que ahora tiene y bendecirá a mi Padre, al Padre de aquél que fue crucificado en la época de Poncio Pilato”.
Pilato escribe a Herodes que después de haber escuchado de su esposa las anteriores palabras, las refirió a sus grandes comisarios y compañeros de milicia. “llenos de aflicción y ponderando el mal que habían hecho contra Jesús, se pusieron a llorar durante el día; y asimismo yo, compartiendo el dolor de mi mujer, estoy entregado al ayuno […] y en esto vino el Señor, yo fijé mi vista en él y ví que su cuerpo conservaba las huellas de su pasión. Él puso sus manos sobre mis hombros, diciendo: “Bienaventurado todas las generaciones y los pueblos, porque en época tuya murió el Hijo del Hombre, resucitó y ahora va a subir a los cielos y se sentará en los más alto. Y caerán en la cuenta todas las tribus de la tierra de que yo soy el que va a juzgar a los vivos y a los muertos en el último día”
Y Herodes respondió a Poncio Pilato. “Estoy sumido en no pequeña aflicción por las cosas que paso a relatarte y pienso que te afligirás al leerlas. Has de saber que mi hija Herodias ha perecido por estar jugando junto al agua cuando ésta desbordaba sobre los márgenes del río. El agua la cubrió de repente hasta el cuello; su madre entonces alcanzó a agarrarla de la cabeza y luchó para que a Herodias no se la llevara la corriente, pero la cabeza se desprendió del cuerpo, el cual se llevó la corriente”. Recordemos que Herodias pidió la cabeza de Juan, el Bautista.
Herodes continúa: "Yo me encuentro rodeado de muchos males a partir del momento en que supe que tú despreciaste a Jesús; y quiero ponerme en camino tan sólo para verle, adorarle y escuchar alguna palabra de sus labios, pues he perpetrado muchas maldades contra él y contra Juan el Bautista; ciertamente estoy recibiendo con toda justicia mi merecido, pues mi padre derramó sobre la tierra mucha sangre de hijos ajenos a causa de Jesús, y yo, a mi vez, he degollado a Juan, el que le bautizó […] Me encuentro enfermo de gravedad, sometido al tormento de la hidropesía, hasta el punto de que salen gusanos de mi boca. Mi mujer ha llegado incluso a perder el ojo izquierdo por la desgracia que se ha cernido sobre mi casa. Justos son los juicios de Dios, por cuanto hemos ultrajado al ojo inocente. Ya que te es dado ver de nuevo a Jesús, lucha ahora por mí y dile en mi favor una palabra […]”.
“Ya van aflorando los gusanos a mi boca y con ello recibo el castigo de este mundo; pero temo más a la sentencia de allá, pues la justicia que me aplicará el Dios vivo será por duplicada”. Y así se despide Herodes, encargando unos pendientes a Pilato.
La correspondencia entre Pilato y Herodes provienen de los evangelios apócrifos, aquellos no reconocidos por el Vaticano, pero que no por el hecho de que no tengan ese reconocimiento deben ser catalogados como falsos. Entre esos evangelios y los muy conocidos como la de San Mateo se encuentran muchas coincidencias, además, esos otros textos desconocidos revelan muchos sucesos que se presentaron en torno a la figura del Nazareno.
Otros datos no conocidos sobre la muerte de Cristo
En su evangelio, José de Arimatea -quien pidió el cuerpo de Jesús para su sepultura-, señala que Judas Iscariote era sobrino de Caifás; que días antes de la última cena Jesús había sido arrestado, discretamente, porque lo acusaron de haber robado las sagradas escrituras con las que celebraban la Pascua, pero fue puesto en libertad por petición de Judas quien ofreció que él entregaría a los enardecidos judíos al “ladrón”. El arimateo relata que fue Dimas “el buen ladrón” quien entró al palacio de los escribas y fariseos para robarse las escrituras.
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