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De Mario Cobijas a la Hermanita, la vida en la calle…

Según el DIF Municipal, en la capital potosina existen un promedio de 50 personas viviendo en las calles.

Las historias de vida que los llevaron a deambular por la ciudad son distintas pero el final para todos ha sido el mismo. Han tomado como casa a la ciudad entera y la banca de una plaza o la puerta de una iglesia se han transformado en su mejor aposento para soñar que a alguien le importan.

Las fuentes son el mejor mecanismo para sonreírle a su gris reflejo y llevan sobre sus hombros o en pequeñas bolsas todas sus pertenencias.

Muchos de ellos han optado por hacer de su nuevo estilo de vida una locura y a otros, los padecimientos mentales los arrojaron a las calles. Son hombres y mujeres cuyos nombres nadie se preocupa por conocer y han sido uniformados socialmente bajo la etiqueta de indigentes.

De acuerdo al Sistema DIF Municipal, en la capital  potosina existen un promedio de 50 personas viviendo en las calles, aunque a ciencia cierta ninguna institución pública mantiene un registro exacto de estas personas.

En la instancia municipal se cuenta con algunos indicios debido a que  de manera permanente,  a través del programa “Albergue nocturno para indigentes psiquiátricos”  se les da apoyo a 21 personas que se encuentran en esta situación. Durante la temporada de frío se han llegado a atender hasta 50 indigentes en el albergue de la Delegación de Pozos.

Miradas pérdidas, sueños muertos. El día a día de los indigentes va y viene entre manos que piden ayuda y actitudes despectivas que la niegan, entre automóviles que están a punto de arrollarlos y baños de sol o agua, de los que difícilmente pueden escapar.

Restos de comida extraídos de la basura puede ser su único alimento en el día, eso si no corren con la suerte de que algún niño caprichoso deje la mitad del plato y sus papás quieran regalar ese “desperdicio” que para ellos se convierte en festín.

Cuentan las historias urbanas que algunos de los indigentes pertenecieron a familias ricas que los despreciaron por ser diferentes. Algunos con padecimientos mentales así fueron echados a las calles; a otros, la soledad y la miseria junto con un estado de indefensión los fue enloqueciendo.

En el centro de la ciudad existen personajes inconfundibles que ya forman parte importante del contexto.

Está por ejemplo “La hermanita”, una mujer de avanzada edad que hasta hace un par de años siempre deambulaba en compañía de su hermana mayor, la cual murió. Hoy esta anciana duerme sobre las bancas de la Avenida Juárez y sus paseos a veces la llevan hasta el Mercado República, sin embargo cada día camina con más dificultad debido a su avanzada edad.

O “El del jorongo”,  un hombre no muy grande de edad pero que siempre lleva sobre sí una de estas prendas, camina erguido pero siempre con la mirada extraviada.

Historias que fueron imposibles de recuperar debido al estado mental y la negación de ambos.

De la B. Anaya al Facebook…

Un caso especial es el de este personaje altamente popular sobre la Avenida Ricardo B. Anaya: “Mario cobijas” un hombre eternamente sonriente que siempre lleva consigo un par de cobijas para abrigarse por las noches, lo que le ha dado el origen a su mote.

Su simpatía lo ha llevado hasta las redes sociales en donde sus dos páginas y las cinco cuentas con su nombre tienen cientos de seguidores, sin embargo, muchos de los comentarios hacía su persona se han tornado ofensivos y con tintes de discriminación.

Incluso, se ha creado una página en esta red social bajo el nombre “Yo también se la he rayado a Mario cobijas”. Las cuentas están acompañadas de fotos de este indigente: paseando por la avenida. Posando feliz con los alumnos de las escuelas de la zona o de videos en donde se le hacen bromas.

Muy fácilmente se le puede ver en la iglesia de la Estrella o cerca de la Central de Abastos.

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