Aimee Torres
Plano Informativo | 01/09/2011 |
La velocidad, las alturas, provocar una situación para que alguien lo persiga, los deportes extremos, son sólo algunos de los ejemplos de situaciones que algunas personas dicen buscar o practicar para sentir la adrenalina, el vértigo que recorre el cuerpo.
Sin embargo, de acuerdo a especialistas, hay que estar alertas pues las personas “adrenalinoides” desde niños hasta adultos, quizá no sean adictos a ésta sensación en sí. Es muy posible que esta población tenga alguna enfermedad desde una disfunción cerebral o daño neurológico y que incluso el 15 por ciento de ellos padezca lo que se conoce como TDAH –Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad-, aseguró Andrés Valderrama Pedroza, médico Psiquiatra y especialista en niños y adolescentes.
La adrenalina, es una hormona de acción, secretada por las glándulas adrenales producidas por los riñones, en respuesta a una situación de peligro. Lo que hacen es aumentar, a través de su acción en hígado y músculos, la concentración de glucosa en sangre.
Valderrama Pedroza explicó que en algunos casos la falta de atención se asocia a la hiperactividad, pero hay quienes incluso son atentos y actúan sin pensar, además de que realizan actividades que incluso pueden llegar a ser nocivas, “tenemos los deportes extremos, la alta velocidad al volante”, apuntó.
Señaló también que el alcoholismo es otra fuente que permite desinhibir al individuo y actuar impulsivamente, aunado a ello se encuentra el uso de otras drogas o sustancias. A la gente se le antoja la disponibilidad de recursos para estar en situaciones de peligro, “vemos a hombres de 35 años conduciendo motocicletas, lanzándose del bungee, les gusta la intensidad”.
Y aunque son conductas de riesgo en ocasiones es el deseo de la emoción es lo que mueve a estas personas.
Lo interesante, puntualizó el especialista, es que éste tipo de personas no toleran el aburrimiento y buscan realizar actividades intensas que les parecen interesantes. También, otro factor frecuente es el hecho de que los padres de familia no ejercen su autoridad: no saben decir no y son tan permisivos que ellos mismos llegan a poner en peligro tanto la salud como la seguridad de sus hijos.
Agregó que el TDAH no se quita en los adolescentes, sólo se llega a disminuir la hiperactividad y se modifican las conductas impulsivas en la etapa adulta.
De ahí la conveniencia de acudir con un médico especializado en el tema no sólo para diagnosticar y tratar a la persona, sino para que se busquen las medidas necesarias donde la familia intervenga en el apoyo de éste tipo de pacientes y así poder controlar o evitar riesgos que de primera vista parece hacerlos adictos a la adrenalina.