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Inteligencia Artificial I: ingeniería de prompts en español: en el arte del pedir está el dar

“Inteligencia Artificial” es un mantra en nuestros días, y si siente que su trabajo está siendo amenazado por una inteligencia artificial, si no es que ya lo perdió, ya entiende, y de primera mano, la idea de “destrucción creativa”, recientemente premiada con el Nobel de Economía 2025. Así, doblemente motivados, vamos a dedicar un par de artículos de esta columna de Behavioral Economics a promover, además de alfabetismo económico, alfabetismo computacional, relevante en estos días para todos: de una u otra forma, en estos tiempos las computadoras están por todos lados, y contando. Y empezaremos por el principio: ¿Cómo pueden las computadoras destruir y crear al mismo tiempo?

El pasado lunes 13 de octubre terminó la temporada 2025 de los Nobeles, y, como todos los años, el de Economía fue el último en anunciarse. Se premió el “crecimiento económico explicado por la innovación”, y una mitad fue para el historiador económico Joel Mokyr, y la otra mitad para los economistas Philippe Aghion y Peter Howitt. El logro del primero fue haber identificado el “rol del progreso tecnológico en el crecimiento”, y a Aghion y Howitt se les premió por su idea de “destrucción creativa”. Como dijimos arriba, si siente que su trabajo está en riesgo por culpa de una inteligencia artificial, ya sabe, y de primera mano, qué es la destrucción creativa.

Si hubiera vivido para verla, Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple y un célebre visionario y destructor creativo, seguramente hubiera aplaudido la decisión de los suecos. A Jobs lo perdimos relativamente joven, a los 56, en 2011, y una de sus últimas apariciones públicas famosas había ocurrido en 2005 en una ceremonia de graduación en Stanford, en el corazón de Silicon Valley. Ya para entonces su cáncer no sólo había sido diagnosticado, sino además ya estaba muy avanzado, y dedicó no poco de su bello mensaje a los graduados (disponible en la dirección https://www.youtube.com/watch?v=UF8uR6Z6KLc&t=146s) al tema de la muerte.

“Aun a quienes están seguros de que van a llegar al cielo, les aterra la idea de morir”, dijo Jobs. “Sin embargo, la muerte es el mejor invento de la vida: es el mecanismo de la Naturaleza para renovarse”. Y ésta es, en palabras de un maestro de la narrativa, la idea de la destrucción creativa.

Cada quien habla como le va en la feria, pero lo cierto es que nadie vislumbra un apagón de las computadoras. Así, y no sorpresivamente, frecuentemente, y de hecho cada vez con más frecuencia, conocidos míos me hacen dos preguntas: cómo deberían empezar a acercarse a las computadoras, y, pensando en sus hijos, qué carrera deberían elegir.

Empezando con la segunda pregunta, para mí la mejor carrera seguirá siendo la misma de siempre: la que más nos guste. Mi respuesta a la primera pregunta no es distinta: quien mejor sabe por dónde debería empezar es uno mismo. Estas dos opiniones deben mucho a uno de los artículos más populares de todos los tiempos de la Harvard Business Review: “Marketing Myopia” de 1960 de Theodore Levitt. Podemos resumirlo en la frase de Louis Pasteur la “suerte favorece a los mejor preparados”.

Tomando como ejemplo el caso de la caída del ferrocarril en EUA por el ascenso del auto, Levitt argumentaba que el error de los ferrocarriles había sido su miopía sobre su propio negocio: no vieron que su negocio era el transporte, punto. Los cambios rara vez son sencillos, pero además de que las ventajas para el pasajero del auto sobre el ferrocarril eran claras para todos, los ferrocarriles tenían capital para entrar a la industria automotriz. Sin embargo, no lo hicieron. ¿Qué tiene que ver esto con nuestras preguntas originales?
Las computadoras son “máquinas universales de Turing”: pueden hacer muchas cosas… siempre que les digamos cómo hacerlas. Y por esto creo que las mejores respuestas a las preguntas las deberían tener los interesados. Razonando como Levitt, la mejor manera de protegernos contra las “amenazas” de las computadoras es entender bien a qué nos dedicamos, o a qué nos gustaría dedicarnos, y entonces seguro llegarán aplicaciones computacionales por añadidura: ni Jeff Bezos, fundador de Amazon, ni Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, tienen títulos de “ingenieros computacionales”: simplemente entendieron la universalidad de las computadoras, y empezaron a aplicarla en la renovación de negocios viejos: libros y publicaciones periódicas, respectivamente.
Bezos y Zuckerberg están lejos de estar solos: abundan los ejemplos de visionarios que vieron las amenazas de las computadoras sobre sus negocios como nuevas oportunidades: parafraseando al presidente norteamericano John Kennedy, en vez de preguntarse qué podrían hacer las computadoras por ellos, ellos se preguntaron qué podrían hacer con las computadoras. En estos tiempos de Inteligencia Artificial seguro Kennedy hubiera dicho que estos visionarios fueron ingenieros de prompts. Pero hemos agotado nuestra dotación semanal de 800 palabras: continuaremos la próxima semana.

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