Un grupo de expertos de Naciones Unidas denunció la injerencia de China en la sucesión del Dalái Lama y exigió explicaciones sobre el paradero del Panchen Lama, desaparecido hace tres décadas, en una comunicación hecha pública tras el plazo reglamentario de 60 días y celebrada este martes por la Administración Central Tibetana en el exilio.
Los cinco especialistas expresaron "grave preocupación" por las leyes chinas que desde 2007 otorgan al Estado la potestad de autorizar o vetar reencarnaciones de líderes budistas, al considerar que dichas normas "socavan el derecho a la libertad de religión y creencia" y contravienen el derecho internacional.
"La persona que reencarna tiene la única autoridad legítima sobre dónde y cómo renace y cómo debe ser reconocida esa reencarnación", afirmó la ONU en la carta pública.
El líder espiritual tibetano, que celebró en julio su 90 cumpleaños en Dharamshala, desde su exilio en la India, confirmó entonces que la institución continuará tras su muerte y que solo su círculo de confianza más próximo tendrá autoridad para organizar la búsqueda de su sucesor, en un desafío directo a la estrategia de control de Pekín.
La organización advirtió que "cualquier identificación y nombramiento del sucesor del actual Dalái Lama en contra de las tradiciones tibetanas y de los deseos de las comunidades budistas tibetanas no tendrá ninguna autenticidad ni apoyo cultural, religioso o comunitario".
La comunicación también reclamó respuestas sobre el paradero de Gedhun Cheokyi Nyima, reconocido en 1995 como XI Panchen Lama por el Dalái Lama y desaparecido poco después, detenido junto a su familia con apenas seis años por las autoridades chinas y nunca más visto en público.
"Seguimos profundamente preocupados por la presunta desaparición forzada de Gedhun Cheokyi Nyima, de seis años, y de su familia desde el 14 de mayo de 1995, tras su reconocimiento como el XI Panchen Lama por el XIV Dalái Lama", señaló la nota.
El Panchen Lama es la segunda autoridad del budismo tibetano y juega un papel esencial en el reconocimiento de la reencarnación del Dalái Lama. Desde su desaparición, Pekín impuso a su propio candidato, lo que ha dejado a los tibetanos entre dos Panchen Lamas: el desaparecido, considerado legítimo, y el oficial del Partido Comunista, rechazado por la mayoría de la comunidad.
"A pesar de las afirmaciones del Gobierno chino de que lleva una vida normal, nunca se ha proporcionado información detallada ni verificada de manera independiente sobre su destino, paradero ni sobre el estado de su salud física y mental", recordó la ONU, que calificó su caso como una violación grave del derecho internacional.
La Administración Central Tibetana, con sede en Dharamsala, al norte de la India, celebró la declaración de los expertos y advirtió de que la injerencia de Pekín en la sucesión del Dalái Lama "golpea el corazón de la libertad religiosa del pueblo tibetano" y que cualquier sucesor impuesto por China "carecerá de legitimidad" entre los tibetanos.