San Luis Potosí, SLP.- La noche del 15 de septiembre dejó ver dos caras distintas de la celebración patria en el área metropolitana de San Luis Potosí, Villa de Pozos estrenó su primer Grito de Independencia como municipio recién emancipado, mientras que Soledad de Graciano Sánchez repitió una fiesta consolidada, masiva y con tintes de espectáculo.
En Pozos, la ceremonia tuvo un matiz especial, fue la primera vez que los habitantes escucharon el Grito desde su propia plaza principal y no como delegación dependiente de la capital. Al frente estuvo Teresa Rivera Acevedo, presidenta concejal, quien no solo encabezó el acto, sino que imprimió un sello histórico al ser la primera mujer en dar el Grito en este territorio. Ese detalle no pasó desapercibido para muchas familias que acudieron con la emoción de ver reconocida su identidad municipal.
La ceremonia estuvo marcada por un ambiente familiar y austero, presentaciones culturales, bailes folclóricos, venta de antojitos y un despliegue de seguridad que involucró a Guardia Nacional, Ejército y policías locales. Más que la pirotecnia o la música en vivo, lo que predominó fue la sensación de estar frente a un momento fundacional, la oportunidad de consolidar una nueva etapa de autonomía y pertenencia.
En contraste, Soledad de Graciano Sánchez optó por una celebración multitudinaria y ruidosa. El alcalde Juan Manuel Navarro Muñiz encabezó la arenga desde el Palacio Municipal, acompañado de una verbena donde los antojitos fueron gratuitos y la música corrió a cargo de La Maquinaria Norteña, que convirtió la plaza en un baile masivo. El espectáculo de pirotecnia reforzó el ambiente festivo y consolidó la fórmula con la que este municipio ha acostumbrado a su gente, fiesta, música y convivencia.
Ambos escenarios reflejan la diversidad con que se vive el patriotismo en la región, Villa de Pozos debutó en el calendario cívico con un Grito cargado de simbolismo, marcado por el orgullo de su recién conquistada autonomía y el liderazgo femenino; mientras que Soledad reiteró la tradición de sus grandes festejos, con la fuerza de la música norteña y el atractivo de la verbena popular.
Dos municipios, dos formas de celebrar, pero un mismo hilo conductor, la necesidad de fortalecer la identidad y la pertenencia de sus ciudadanos en un país que cada septiembre vuelve a gritar su historia.