"Fíjate con quién andas y te diré quién eres", advierte la mamá juiciosa en la infancia y reitera en la adolescencia. Y es que, en la sabiduría maternal, las buenas o malas amistades, pueden orientar hacia un futuro promisorio o resultar en un deterioro.
Llega una película animada sobre buenos y malos amigos: Los Tipos Malos 2.
Han pasado varios años desde que "Los Tipos Malos", una banda de ladrones y estafadores, fueran apresados por cometer una serie de fechorías. Una vez salidos de la cárcel, Lobo, Tarántula, Piraña y Tiburón, tienen problemas para conseguir chamba. Mientras tanto, Serpiente está despreocupado: él se ha vuelto completamente Zen.
Dicen que las segundas partes rara vez son buenas, pero esta cinta es claro ejemplo de lo contrario: si bien la entrega anterior es simpaticona, aquí los chistes y la historia subieron varios escalafones, añadiendo matices, una trama más intrigante y menos clichés. Y los que hay, resultan muy divertidos.
La cinta abraza la comedia con inteligencia; hace pequeños homenajes a cintas, desde John Wick y Misión Imposible, hasta El Silencio de los Inocentes. Los muy cinéfilos, pescarán una referencia a Hitchcock. Hilarante.
Funcionan muy bien los diálogos: abunda el humor, prácticamente todo blanco. El ritmo es ágil y la animación correcta: luminosa, pero natural sin exagerar o llamar la atención sobre sí misma.
Lo que nos lleva a los personajes: parte de la magia de la animación, es cómo logra aumentar la expresividad, enfatizando tanto emociones, como bromas. Ese recurso aquí está muy bien utilizado y, aunado a un guion mejor escrito, aumenta la diversión y la profundidad.
Últimamente, Dreamworks logra lo que antes hacía Pixar: brindar historias de aventuras, empáticas y cero rebuscadas. Lo que nos lleva a la pregunta original: no importa si son tipos buenos, malos o bobos con todos, logramos conectar.