El diputado morenista Ricardo Monreal puso peros a la propuesta de reforma electoral que presentó la Presidenta Claudia Sheinbaum, orientada a rediseñar el modelo de representación de las minorías.
El político zacatecano advirtió de costos democráticos en la propuesta y propuso una que permitiría subsanar las deficiencias del modelo vigente, sin desmontar los logros que han hecho posible una representación más plural y equitativa.
Monreal publicó un texto en el que recomienda repensar la representación y con el que alude a la propuesta de presidencial para introducir el método del tercer senador de mayoría relativa.
"También conocido como la figura de la primera minoría, retoma un modelo ya conocido en el sistema electoral mexicano: asignar un escaño a quien quede en segundo lugar en una contienda territorial, como ocurre actualmente en la elección de los senadores por entidad federativa", explica.
En opinión de Monreal, la propuesta parte de un diagnóstico atendible: el modelo vigente de representación proporcional mediante listas cerradas no siempre garantiza cercanía con el electorado ni promueve una representación genuina de sus intereses.
"No obstante", alerta, "vale la pena preguntarse si el remedio propuesto atiende realmente la raíz del problema o si existen alternativas con menor costo democrático".
"Esta reflexión cobra especial relevancia si reconocemos que la representación proporcional -pese a sus limitaciones- ha sido esencial para ampliar la pluralidad, abrir el sistema político e incorporar voces que, de otro modo, habrían quedado al margen de la vida parlamentaria".
El coordinador de los diputados federales de Morena reconoce que si bien el modelo de representación proporcional ha sido clave para garantizar la pluralidad y abrir espacios a fuerzas políticas tradicionalmente excluidas, también acumuló tensiones institucionales y democráticas.
"Una de las críticas más persistentes es la distancia entre representantes y representados", opina.
"Al ser electos por lista y no por voto directo en un distrito específico, muchos legisladores carecen de un vínculo territorial concreto, lo que debilita su rendición de cuentas frente al electorado. A ello se suma un rasgo estructural particularmente problemático en el caso mexicano: las listas cerradas son, en la práctica, confeccionadas por las dirigencias nacionales de los partidos, lo que concentra la decisión en un reducido núcleo de poder y debilita los vínculos con la ciudadanía".
Monreal cuestiona si ante los inconvenientes la solución pasa por erradicar el sistema de representación proporcional.
La propuesta presidencial, agrega, presenta límites que deben considerarse con seriedad en el debate público.
"Si bien el esquema de primera minoría podría mejorar la inclusión en comparación con un modelo puramente mayoritario, su alcance resulta restringido: en cada contienda territorial sólo accederían al Congreso el primer lugar y el segundo", expone.
Para el legislador, el dilema no es entre pluralismo, cercanía o eficacia, sino cómo lograr un equilibrio razonable entre ambos valores.
Sería razonable pensar, agrega, en fórmulas intermedias que conserven virtudes como la pluralidad, la inclusión y la diversidad.
Existen fórmulas, considera Monreal, que permiten mantener la pluralidad sin renunciar a la exigencia de legitimidad y vinculación democrática, como las listas cerradas no bloqueadas y las listas abiertas.
Las listas bloqueadas, agrega, permiten a los votantes modificar el orden propuesto por el partido, dando preferencia a ciertos perfiles en las mismas listas.
"Las listas abiertas dan un paso más: trasladan completamente a la ciudadanía la facultad de elegir a sus representantes", afirma.
"Buscan (ambos mecanismos) corregir los déficits de representatividad sin sacrificar la diversidad política. Frente a un sistema de listas cerradas, frecuentemente cooptado por el control vertical de las dirigencias partidistas, estas alternativas abren la puerta a una representación más abierta, legítima y cercana".