San Luis Potosí, SLP.- La creciente presión migratoria ejercida desde Estados Unidos —a través de redadas y políticas de deportación que devuelven a miles de familias a su lugar de origen— está dejando consecuencias visibles en las calles de San Luis Potosí. Una de ellas es el aumento de niñas, niños y adolescentes en situación de calle, particularmente en los cruceros de la capital potosina y del municipio conurbado de Soledad de Graciano Sánchez, donde desempeñan actividades económicas para sobrevivir.
Aunque la participación infantil en la vía pública no es nueva, autoridades estatales advierten que el fenómeno se ha agudizado en los últimos meses como efecto indirecto de los desplazamientos forzados y la migración interna. La Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (PPNNA) ha identificado al menos 26 puntos de reunión donde menores de edad —solos o acompañados— llevan a cabo actividades remuneradas. Estos puntos se han agrupado en cuatro rutas de monitoreo, permitiendo la delimitación geográfica de las zonas de mayor concentración.
En un esfuerzo por obtener un diagnóstico más preciso sobre el trabajo infantil en la calle, el organismo ha implementado recorridos sistemáticos en los principales cruceros de la ciudad. Como resultado, durante el primer semestre de 2025, han logrado establecer contacto con al menos 38 menores de edad, muchos de los cuales provienen de entidades del sur del país, especialmente del estado de Chiapas.
Estos niños y adolescentes no solo enfrentan condiciones de precariedad, sino también una alta movilidad y desconfianza hacia las autoridades, lo que complica la obtención de datos veraces. Algunos han sido canalizados al Registro Civil para obtener su acta de nacimiento, una acción mínima pero necesaria para garantizar el acceso a derechos básicos.
Las autoridades reconocen que el primer acercamiento ha sido fundamental para sensibilizar a los menores y sus familias respecto a los riesgos del trabajo en la vía pública, aunque también admiten que la intervención aún se encuentra en una etapa inicial. No obstante, la dimensión del fenómeno sugiere que no se trata de un asunto aislado, sino de una expresión concreta de la desigualdad estructural que empuja a la niñez migrante a integrarse, a temprana edad, en dinámicas económicas informales y peligrosas.
La presencia de menores trabajando en las calles de San Luis Potosí y Soledad de Graciano Sánchez no es solo un problema social: es una señal de alerta. La niñez migrante está siendo doblemente vulnerada, primero por las condiciones que los expulsan de sus lugares de origen y luego por la precariedad que encuentran al llegar. Mientras no exista una política pública integral que atienda tanto la raíz como las consecuencias del desplazamiento forzado, esta situación continuará reproduciéndose en los semáforos, esquinas y banquetas de nuestras ciudades. Ver a un niño trabajando en la calle debería alarmarnos más que acostumbrarnos.