Opinión
EN ESTE ESPACIO EN VARIAS ocasiones hemos retomado la tesis del libro ¿Cómo mueren las democracias?, de Daniel Ziblatt y Steven Levitsky, quienes señalan que en las últimas décadas, los regímenes democráticos caen por personas que arriban al poder por los canales diseñados por el sistema, pero que han concentrado el poder, muchas veces bajo el argumento de la radicalización de los países.
LOS GOBERNANTES PARA justificar la concentración del poder buscan argumentos que hagan un planteamiento que aterre a la sociedad, o en aras de proteger al país, sin embargo, esas premisas no justifican que no exista forma de revisar la actuación de las personas que ostentan el poder.
LA PREMISA DE UN PODER excesivo y de la falta de controles que permitan la contención del mismo, ha sido origen de muchos estudios, discursos y reflexiones en torno al peligro que representa, de ahí que esta problemática se plantea con la locución latina: " Quis custodiet ipsos custodes?", es decir ¿Quién vigila a los vigilantes?
RETOMAMOS ESTE planteamiento dado las últimas determinaciones del Congreso de la Unión, quien, entre otras legislaciones, emitió la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, la Ley Antilavado de Dinero y la Ley de la Guardia Nacional, todo ello en la tónica de seguir fortaleciendo al Ejecutivo Federal y a las fuerzas armadas.
YA POCO VALE DECIR DE LA incapacidad de los legisladores de escuchar, razonar y construir una normatividad adecuada para el país, poco vale decir de la forma tan grotesca con que pretender emitir leyes, sin ni siquiera hacer un análisis de lo mismo, y no tiene sentido hablar al respecto, porque honestamente esta LXV Legislatura se convirtió en un simple receptor de documentos y firmantes de acuses de recibido.
SIN EMBARGO, SÍ ES DE preocuparse el planteamiento de dar tanta fuerza al poder público, sin que existan medios de contención y/o control que impidan el desbordamiento contra los ciudadanos, simplemente justificados en aras de combatir la inseguridad, es decir, se propone como remedio para un fin bueno, pero el medio carece de respeto a los derechos de las personas.
PODRÍA EL CIUDADANO PENSAR que es una exageración, que es algo que no me afecta, que esas decisiones públicas son tan distantes a él, pero la realidad es que no, no solo porque se puede ser víctima de un sistema jurídico viciado hasta la médula y que no garantiza un debido proceso, sino porque además se dinamitan espacios comunes que servían de base a un sistema democrático.
SENTENCIÓ JEAN-JACQUES Rousseau: "Cuando el ciudadano dice de la cosa pública ‘qué me importa’, el Estado está próximo a su ruina”; y es justo el momento en que la ciudadanía debe ser cautelosa, no puede permitir que el poder se concentre de una forma que no encuentre límites, que no existan mecanismos de pesos y contrapesos, que no haya quién vigile a los vigilantes.
ES CLARO QUE HAY UN HARTAZGO para todo aquello que representa la oposición en este país; es comprensible que no se crea en una clase política acomodaticia y disminuida; pero no es posible que no se tenga conciencia de que este grado de concentración de poder no es sano para la República, para las personas, ni para los gobernantes.
SÉ BIEN ESOS ARGUMENTOS QUE Morena señala para justificar estas acciones: “nosotros no somos iguales”, “nosotros somos todo honestidad”, “nuestra meta es transformar al país”; pero suponiendo sin conceder que los políticos purificados por Morena tienen una condición divina y los blinda de todo mal humano, ¿Qué pasará cuando ellos no estén en el poder? O ¿será acaso el anuncio de su idea de no dejar el poder?
LORD ACTON SEÑALÓ QUE “EL poder tiende a corromper, el poder absoluto, corrompe absolutamente”, así que aún cuando en Morena sigan creyendo que ellos no caerán en la tentación que deja la alta concentración del poder, la realidad y los antecedentes nos deja claro que esto no es una realidad; y con la historia de tantos políticos de Morena cuestionados, pues es claro que no son un ejemplo de una casta divina incorruptible.
HOY MÁS QUE NUNCA, DEBEMOS cuestionarnos ¿Quién vigilará al vigilante? ¿Quién revisará la actuación de los gobernantes? ¿Quién está a salvo sabiendo que quien tiene el control, no tiene límites, ni debe rendir cuentas? ¿Quién se siente seguro de saber que los vigilantes tienen atribuciones desmedidas, solo por asumirse que son los vigilantes?
ESTE ES EL VERDADERO FONDO del asunto, limitarnos a escupir argumentos de quiénes son los buenos y quiénes los malos, solo es una faramalla propia del Congreso de la Unión.
@josesolisb