La bailaora Cristina Hoyos, la primera artista ajena al ámbito teatral en recibir el premio Corral de Comedias en sus dos décadas de existencia, ha dicho que recibir este galardón sobre las tablas del emblemático escenario de Almagro, santuario del teatro clásico en España, es algo para ella «muy bonito y entrañable».
En un encuentro con los medios de comunicación este jueves, en el que ha estado acompañada por la directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, Irene Pardo, Hoyos ha recordado visiblemente emocionada cómo su relación con la danza nació apenas cuando tenía 10 años y, desde entonces, no ha parado de llevar su arte por todo el mundo.
Hoyos ha recordado su procedencia humilde y cómo aprendió a bailar siguiendo los pasos de las grandes figuras de su tiempo, entre las que ha citado a Lola Flores.
La bailaora y coreógrafa ha recordado su relación con el Corral Trompero en Sevilla, que se encontraba en un barrio humilde donde creció escuchando la radio y soñando con bailar.
«Mi familia era pobre, pero siempre tuve la ilusión y la pasión por el arte», ha rememorado, asegurando que a pesar de su edad continúa vinculada al flamenco a través de su compañía y del Museo del Baile Flamenco en Sevilla.
Ha explicado cómo toda la ilusión que ha tenido por el flamenco y la danza le viene «de dentro», de su forma de «sentir el baile».
Lo importante en el baile «está de la cintura para arriba»
«Yo siempre he dicho que para mí lo importante está de la cintura para arriba: los brazos, las manos, los hombros, la mirada, eso es lo que de verdad transmite. Cuando era joven zapateaba, claro que sí, pero nunca he tenido un zapateado varonil como el que hacen ahora muchas bailaoras. Lo mío siempre ha sido darle vuelo al aire, moverme entera, girar, dejar que el cuerpo hable», ha explicado.
Hoyos ha recordado cómo empezó cantando con Adelita Domingo, que le preguntó un día si prefería cantar o bailar, y ha reconocido que ella lo tuvo claro: «Lo mío era bailar».
«Desde entonces no he parado y ha tenido palabras de recuerdo para su primer maestro Enrique el Cojo, un hombre que, a pesar de sus limitaciones físicas, «tenía un arte inmenso y una generosidad enorme. De él aprendí que todo se puede si hay entrega».
También ha recordado cómo ha tenido la suerte de bailar en escenarios de todo el mundo, de Madrid a Moscú, pero si se tuviera que quedar con uno, no ha dudado en asegurar que sería la ópera Garnier de París.
«Fui la primera bailaora en subirme a ese escenario tan clásico, gracias a que su director me vio bailar en un teatro de París y me dijo tienes que estar aquí», ha afirmado.
Aquella semana, ha dicho, fue inolvidable y ha recordado cómo el telón se cerraba y abría una y otra vez mientras el público y hasta los técnicos la aplaudían sin parar.
Cristina Hoyos ha tenido también palabras para los jóvenes que empiezan en el mundo del baile, a los que le ha animado a que «se atrevan y ensayen sin descanso, que no tengan miedo de buscar su forma propia».
Y ha asegurado que «hoy hay muchas maneras de bailar flamenco», pero lo más importante es que «quien esté sentado en la butaca sienta algo de verdad».
La 48 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, que arranca este jueves y se celebra hasta el 27 de julio, ofrecerá veinte estrenos absolutos y cinco nacionales, y además del premio Corral de Comedias a Cristina Hoyos, Juan Echanove recibirá el Premio Lorenzo Luzuriaga y se homenajeará a la compañía Morbaria.