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HOMILÍA: No condenes, al que te va a perdonar

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 29/06/2025 | 06:32

En algún momento, vamos a necesitar una mano que nos absuelva.
 
Hay momentos en la vida, que necesitamos sentirnos  perdonados.
 
Los hombres, hemos venido al mundo para vivir en libertad. Pero, es fácil caer en la trampa, y dejar de ser libres.
 
Porque al estar en este mundo, vivimos envueltos entre luces  y sombras. Y así, es imposible no cometer errores.
 
Y, para seguir adelante, es necesario un perdón, que nos libre del pasado que nos tiene atados.
 
Pero, como los  hombres no sabemos perdonar, el amor de Dios, siempre viene a perdonarnos.
 
Jesús ha elegido a algunos hombres para otorgar el perdón, en nombre de la comunidad;  pero ante todo, en nombre de Dios.
 
Por eso, no hay que perjudicar, al  que en nombre de Dios, algún día te va a conceder el perdón.
 
Hoy celebramos la fiesta de San Pedro y San Pablo, y esto nos recuerda: que el Señor, a través de los apóstoles, fue construyendo a su Iglesia.
 
A Pedro, le dio el poder de atar y desatar; él, puede liberarnos del pasado que nos ata.
 
Así, dice Evangelio: “Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. (Mt. 16).
 
No olvidemos,  que el Sacerdote, a pesar de su fragilidad, tiene la  facultad de perdonar los pecados, en nombre de Dios y de la Iglesia.
 
Por tanto, antes de condenar a un Sacerdote, hay que  pedir por él. Para que el día de la  agonía, tengamos la mano que nos consuele, y en nombre de Dios, nos diga: “…te concedo por el ministerio de  la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo, de todos tus pecados, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 
 
Solo así, tendremos la esperanza de recuperar el cielo.
 
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
 
 
 
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
 
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
 
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
 
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
 
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
 
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».