La Selva Lacandona no es solo un bosque tropical: es el pulmón del sur de México, hogar de jaguares, monos aulladores, ríos sagrados y comunidades indígenas que aún conservan su idioma, vestimenta y costumbres ancestrales.
Explorar esta zona es como entrar a otro mundo: profundo, húmedo, misterioso y poderosamente vivo. Aquí no hay WiFi, pero sí conexión real.
¿Por qué visitar la Selva Lacandona?
Porque es una de las últimas selvas vírgenes de México y porque todavía puedes caminar entre ruinas mayas cubiertas por la selva, acampar junto a ríos cristalinos y aprender de los lacandones, guardianes de este ecosistema.
Lo imperdible:
Lacanjá Chansayab: comunidad lacandona donde puedes hospedarte en cabañas, hacer senderismo y escuchar historias mayas alrededor de una fogata.
Zona arqueológica de Bonampak: famosa por sus murales perfectamente conservados que narran guerras y rituales.
Yaxchilán: ruinas escondidas en la selva, solo accesibles en lancha por el río Usumacinta. Monos, templos y naturaleza salvaje.
Cascadas Las Golondrinas y río Lacanjá: ideales para nadar, acampar o solo desconectarte del mundo.
Esta región es perfecta para los que aman el ecoturismo, el trekking, la arqueología y el aprendizaje cultural.
Comida típica imperdible:
Las comunidades ofrecen comida tradicional y local que se disfruta mucho más después de una caminata por la selva:
Tamales de hoja santa o de chipilín.
Caldo de pollo con hierbas regionales y tortillas recién hechas.
Tzats, bebida de maíz con cacao.
Plátanos fritos, café orgánico, y frijoles negros con chile de la región.
Muchos alojamientos incluyen comida casera en sus paquetes. Comer por tu cuenta cuesta entre $60 y $120 MXN por comida, dependiendo de la zona.
¿Cuánto cuesta viajar a la Selva Lacandona?
Plano-Tip: Algunos operadores como NA-HA o Explora Chiapas ofrecen paquetes todo incluido desde Palenque.
¿Qué llevar?
Ropa ligera pero que cubra (protección contra insectos y sol).
Traje de baño, sandalias y botas ligeras para caminar.
Repelente ecológico y bloqueador biodegradable.
Linterna, botella de agua rellenable y baterías portátiles.
Respetar reglas locales: no tomar fotos sin permiso, ni dejar basura.
¿Cuándo ir?
Noviembre – marzo: temporada seca, ideal para trekking.
Junio – octubre: temporada de lluvias, más humedad, pero todo más verde y menos turistas.
Todo el año es bueno para ver fauna, aves, mariposas y sentir el latido de la selva.
Selva Lacandona: donde el pasado sigue vivo
No es un parque, no es una atracción. Es una selva viva, habitada, sagrada. Es ver cómo vivían los mayas, oír los gritos de los monos, sentir el barro bajo los pies y dormir con el canto de la selva.
Un viaje para los que buscan autenticidad, desconexión, respeto por la Tierra y experiencias que marcan. No vuelves igual después de estar ahí.