San Luis Potosí, SLP.- En México, el Trastorno por Déficit de Atención (TDA), con o sin hiperactividad o impulsividad, ha ido en preocupante aumento. Así lo da a conocer el doctor pediatra Juan Francisco Hernández Sierra, autor del libro "Todos tenemos TDA (excepto Charly)", actualmente se estima que el 11% de los niños presentan esta condición neurológica, siendo cuatro veces más frecuente en varones que en mujeres.
El TDA no es un simple problema de conducta, sino un trastorno neurológico con repercusiones psicológicas y sociales. Su diagnóstico suele establecerse cuando los niños ingresan al kínder, momento en el que las exigencias escolares ponen en evidencia las dificultades para concentrarse, seguir instrucciones o controlar impulsos. Aunque algunas manifestaciones pueden observarse desde edades más tempranas, es en la etapa escolar donde se vuelve más evidente.
Uno de los aspectos más destacados que el doctor Hernández Sierra subraya es la relación entre el estilo de vida moderno y el aumento de casos de TDA. Factores como el sedentarismo, el exceso de pantallas, la falta de sueño y, sobre todo, una alimentación deficiente juegan un papel importante en la aparición o empeoramiento de los síntomas.
El manejo integral del TDA debe incluir, además del acompañamiento neurológico y psicológico, una intervención nutricional adecuada. El doctor advierte que ciertos alimentos empeoran los síntomas de hiperactividad e impulsividad. Entre los principales detonantes dietéticos se encuentran:
Chocolate
Harinas refinadas
Dulces y panes comerciales
Colorantes artificiales (amarillos y rojos)
Alimentos enlatados ricos en sodio
Estos ingredientes, comunes en la dieta infantil moderna, pueden exacerbar la hiperactividad en niños con TDA.
Por el contrario, una dieta rica en nutrientes clave para el cerebro puede mejorar notablemente el comportamiento y la concentración. Entre los alimentos recomendados están:
Nueces, almendras y cacahuates
Pescados ricos en Omega 3
Alimentos con zinc, magnesio, cobre y selenio
Estos componentes favorecen el desarrollo neurológico y reducen la impulsividad, siendo aliados importantes en el tratamiento no farmacológico del TDA.
El tratamiento médico, en palabras del especialista, requiere una evaluación profesional por parte de un neuropediatra o pediatra calificado. Solo el 10% de los casos amerita el uso de medicamentos estimulantes, como la metilfenidato o atomoxetina, que pueden ser efectivos y evitar complicaciones psicológicas futuras.
El doctor también advierte sobre las comorbilidades frecuentes en estos niños, trastornos oposicionistas de la personalidad (10 veces más frecuentes que en la población general), además de una mayor predisposición a ansiedad, depresión y adicciones en la adolescencia o adultez.
No menos importante es el daño emocional que puede sufrir un niño con TDA. Hernández Sierra subraya que estos niños son frecuentemente víctimas de bullying, no solo por parte de sus compañeros, sino incluso por maestros o familiares, lo que baja su autoestima y bienestar emocional, con consecuencias que pueden persistir toda la vida.
El TDA debe entenderse como una condición neurológica compleja, que requiere un enfoque multidisciplinario. La alimentación juega un papel crucial en su manejo, y los cambios en el estilo de vida pueden marcar una gran diferencia. Con un diagnóstico temprano, apoyo emocional y hábitos saludables, los niños con TDA pueden alcanzar su máximo potencial.