Senadora Ruth González | 09/06/2025 | 06:53
En dos ocasiones recientes representé al Senado en Washington, D.C., con el objetivo de frenar una medida que pondría en riesgo a millones de familias que dependen de las remesas. La propuesta de imponer un impuesto del 3.5% a estos envíos representa una amenaza real, no solo para México, sino también para la relación bilateral y para ambas economías.
Durante mi primera visita, del 20 al 22 de mayo, me sorprendió lo poco discutido del tema entre legisladores. La atención se centraba en otros puntos de la iniciativa “The One Big Beautiful Bill” como recortes a Medicaid, impuestos a propinas, el techo de la deuda o préstamos estudiantiles. Por ello, fue crucial destacar el impacto económico, político y social de gravar las remesas antes de la votación.
Gracias al diálogo estratégico y a la unidad de la delegación mexicana, logramos que la Cámara de Representantes redujera el impuesto del 5% al 3.5%. La cerrada votación se definió por un solo voto. Esto demuestra que cuando se actúa con argumentos, hay resultados.
Regresé del 4 al 6 de junio, acompañada por el Embajador Esteban Moctezuma, Roberto Velasco de la Cancillería y la Embajadora Ana Luisa Fajer. Llevamos un mensaje claro y bien articulado a senadores de ambos partidos, integrantes de comités clave como Finanzas, Presupuesto y Banca.
Advertí que este impuesto violaría el Convenio para Evitar la Doble Imposición vigente desde 1994 y fomentaría canales informales de envío, lo que aumentaría riesgos como el lavado de dinero y debilitaría la transparencia financiera. Además, sería injusto, arbitrario y discriminatorio con las y los migrantes, quienes ya pagan sus impuestos sin recibir ningún beneficio extra.
También abordé este tema con el Subsecretario de Estado, Christopher Landau, y con representantes de empresas de bancos y envíos de remesas, que expresaron su preocupación por el impacto de esta disposición en sus operaciones.
Pero la reunión más importante que tuve fue con la comunidad migrante. Escucharles y ver su preocupación me reafirmó que esta causa no es técnica ni ideológica, es profundamente humana. Como potosina, legisladora y mexicana, seguiré defendiéndola con convicción inquebrantable.
Alzaré la voz en todos los espacios necesarios. Proteger a nuestras familias en el exterior también es defender a las y los potosinos.
Más allá del resultado final, seguiré insistiendo en que ningún acuerdo puede construirse a costa del bienestar de quienes sostienen con su esfuerzo a dos naciones.