Rechazo

Entre infinitas probabilidades de la manifestación única de la esencia de un Ser, de cualquier índole, lo único que permanece eternamente, es la autenticidad. La belleza se tuerce convirtiéndose en desarmonía cuando al encarnar en la tierra, la pertenencia depende de una estructura egotista. Es decir, para ser uno(a) de los nuestros debes de pensar, sentir, actuar, verte, moverte y ser como nosotros.

Si tú pones límites, te permites el pensamiento crítico, no dejas que te manipulen o te convenzan con argumentos espurios de algo que no danza la melodía de tu corazón y tu intelecto, te atreves valientemente a ser sincero(a), enunciando opiniones personales o sentires álmicos que otras personas no dirían, es muy probable que seas visto(a) con malos ojos, con desaprobación, sobre todo por gente que es manipuladora y  que acostumbra subyugar y exigir la sumisión  de los demás, demostrando una autoridad que no tienen, para controlar a los otros.

Si pasionalmente defiendes y marcas tus valores personales y no dependes de la aprobación ajena, es muy posible que eso cause cierto enfurecimiento en quien sigue sin conectar con su propia verdad, pues les pones en la cara su falsedad. Pero esto sucede cuando has transitado por tu individuación, es decir, cuando has realizado tu viaje del héroe o heroína. Antes, es probable que la herida de rechazo, sangrante y fresca ardiera punzante cuando fuiste o eres excluido(a) de grupos en la infancia o en el presente o cuando tus Padres o cuidadores no honraron tus diferencias y te exigieron crear una máscara para poder ser aceptado(a) por ellos, la familia y la sociedad.  Tal vez, la Madre tuvo miedo y en el silencio de la noche deseó incluso sin permitirse decírselo a sí misma, que no llegara su hijo.

Y esto no se dice para ser enjuiciado, sino que comprendido. Sabemos que cuando el bebé flota en las aguas de la gestación tiene una conexión sumamente profunda, de otra índole que la racional con su Madre. Percibe energéticamente sus sentires y sensaciones, por ende, también el rechazo. Está claro que cuando esto se trabaja profundamente podemos comprender que no es personal. Porque si lo pensamos con más profundidad, esa sensación en la mayoría de los casos no tiene que ver con la nueva vida, sino que con las circunstancias de ese embarazo. Si hubiese nacido otra persona en ese lugar, el rechazo inconsciente o consiente habría sido el mismo. Pero de la forma que fuera, se graba en el Alma.

A veces una persona puede ser excluida y rechazada porque es doble de alguien más en el sistema familiar, por parecido físico, fecha de nacimiento o llevar el mismo nombre y si ese ancestro es un o una perpetrador(a) o un olvidado(a), el nuevo miembro lleva esa carga sobre sus hombros y esas lágrimas atoradas en la garganta. Si hay rechazo entre sus progenitores también se vive, se siente, corta, separa. En un mundo en donde no se permiten las diferencias, ésta herida se da en muy tempranas edades, pues cada niño o niña ya carga con el deber ser y las expectativas del clan. Esta fisura lleva en sí misma la frase, “No quiero estar contigo”

En ocasiones la exclusión es el castigo por no haber seguido reglas injustas. El acoso escolar o laboral lo utiliza en todo momento, creando no solo ésta herida, sino que una muerte emocional y psíquica lenta y tortuosa para la víctima. ¿Por qué duele tanto el rechazo? Somos unidad y la separación se vive como una muerte, como una pérdida, como una tortura psicológica. En realidad, es en sí misma una tortura psíquica. Y claro que tenemos derecho y a veces es sano rechazar lo inadecuado para nuestro bienestar y salud o bien lo que nos lastima y hace daño, pero desde una Conciencia y antes por el paso de la empatía, pero aquí hablamos de un rechazo con dolo, con inconsciencia e irresponsabilidad.

Un rechazo que viene del desamor. La herida de rechazo en el cuerpo se ve como una desaparición, el cuerpo se vuelve cada vez más delgadito y sin masa densa. Esto se debe a que quien porta esta lastimadura psíquica, desea desaparecer y se convierte en una especie de fantasma muy silente, que prefiere no ser visto(a) antes de volver a ser rechazado(a) ¿Cuándo te has sentido rechazado y por quien o quienes? ¿Has rechazado a alguien con dolo o de manera inconsciente? La cura de este mal mental, emocional y del alma, es la aceptación.

La TOTAL aceptación de lo que eres. El amor profundo por tu ser esencial. La encarnación de tu autenticidad, la permisividad para poder hacer sonar tu propia melodía. La valentía de permitirte ser visto(a) y brillar con libertad y seguridad en ti, sin depender de la aprobación ajena. Dejar que tu Alma regrese a tu cuerpo y te permitas dejar de huir. Encarnarte, enraizarte, mirarte y con las manos en el corazón verte directo a los ojos recordando el amor del que vienes y entonces enunciar: YO SOY, YO VALGO, YO PERTENEZCO, YO CONFÏO, YO ME ACEPTO CON AMOR, CON MUCHO AMOR, TAL Y COMO SOY.

Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta.
Claudia Guadalupe Martínez Jasso.