DICEN QUE EL PERRO ES EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE, pero en la ciudad moderna, más que amistad, lo que hay es una relación de poder (y no siempre está claro quién lo ejerce).
A SIMPLE VISTA, UNO VE A UN HUMANO sujetando una correa y al perro caminando con elegancia o urgencia. Pero si uno afina la mirada (y sobre todo la inteligencia emocional), se dará cuenta de que en muchos casos el perro es el que lleva la batuta. O mejor dicho, la correa.
NO ES RARO VER A UNA PERSONA ARRASTRADA POR UN HUSKY TESTARUDO que decidió que la esquina huele mejor que el parque. O a un joven ejecutivo siendo humillado por un chihuahua con complejo de león que ladra con furia a todo lo que se mueve, siempre guardando la sana distancia.
HAY PERROS QUE CAMINAN ERGUIDOS, dignos, a la manera de monarcas y similares, mientras sus dueños los siguen cargando una bolsa ecológica llena de… responsabilidad ciudadana.
Y NO HABLEMOS DE LAS CARRIOLAS……sí, las carriolas. Pequeños tronos con ruedas donde viajan yorkshires ancianos, pugs alérgicos al polvo o simplemente canes que han entendido, con gran sabiduría, las reglas del dominio del animal sobre el ser humano. Estos ejemplares urbanos, al ver a sus colegas caminar, solo lanzan una mirada condescendiente, como diciendo “algún día evolucionarás, échale ganas”.
Y POR SI FUERA POCO, aunque también son pocos, están los gatos Sí, gatos, que ya no solo dominan la casa a su antojo, sino también la calle. Algunos caminan como modelos en la pasarela, otros simplemente se echan en la banqueta y contemplan la vida, obligando a sus humanos a detener el ritmo citadino para esperar que el felino decida si quiere seguir explorando o dormir bajo una moto.
PERO EL FENÓMENO MÁS FASCINANTE es el de las mascotas con Instagram. ¿Quién necesita una personalidad arrolladora, un genio creativo o una disciplina espartana cuando puedes tener un pomerania con 75 mil seguidores? Hay perros influencers que prueban snacks orgánicos, modelan ropa de diseñador canino y reciben regalos de marcas. Mientras tanto, sus dueños (perdón, sus community managers) viven para capturar la mejor pose. ¿No me cree? Solo investigue y verá.
Y, CLARO, ESTÁN LOS ANDADORES. Esos territorios neutrales donde se suspende el caos del tránsito y se instala una diplomacia peluda. Allí, los perros negocian sus alianzas, marcan sus zonas y se ignoran cordialmente cuando hay tensiones políticas. Un bulldog francés puede establecer un acuerdo fronterizo con un salchicha, siempre y cuando no se acerquen al arbusto del fondo, declarado territorio soberano por un beagle con problemas de autoridad.
AL FINAL, EN ESTA JUNGLA DE CONCRETO, donde los humanos creemos tener el control, las mascotas son quienes de verdad entienden la ciudad: saben cuándo correr, cuándo posar y, sobre todo, cuándo detenerse a oler el mundo. Porque, en el fondo, mientras nosotros creemos que los sacamos a pasear, ellos ya nos están entrenando.
¡Y lo hacen bien!