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¿Es cierto que los bichos son la próxima súper proteína?

Ana Paola Dávila | 18/04/2025 | 20:42

Por años, la industria alimentaria ha perseguido alternativas a la carne tradicional. Tofu, lentejas, soya, quinoa, proteínas de chícharo, pero lo de hoy son los insectos. Sí, bichos. Criaturitas de seis patas que antes no volteábamos a ver podrían convertirse en las nuevas estrellas del plato. ¿Podrían los insectos ser el futuro de nuestra alimentación?

El bicho en el plato: ¿por qué ahora?

La urgencia de encontrar proteínas más sostenibles no es ningún secreto. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la producción ganadera representa casi el 14.5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Además, la carne requiere vastos recursos de agua, tierra y alimento para su producción.

Los insectos, en cambio, son los campeones de la eficiencia. Por ejemplo, los grillos necesitan 12 veces menos alimento que el ganado para producir la misma cantidad de proteína, y emiten una fracción del metano. Además, pueden criarse en espacios pequeños, con poca agua, y alimentarse de residuos orgánicos.

Lo más impresionante es su contenido nutricional: 100 gramos de grillos contienen cerca de 60 gramos de proteína, además de hierro, calcio, ácidos grasos omega-3 y vitamina B12. Son, básicamente, un multivitaminas con patitas.

¿Quién está comiendo bichos?

Antes de pensar que es una tendencia, vale la pena recordar que alrededor de 2 mil millones de personas en el mundo ya comen insectos de forma regular. En países como México, Tailandia, Uganda y Colombia, los chapulines, escamoles y gusanos de maguey son manjares tradicionales.

Lo que está cambiando es su lugar en el menú global. En Europa, empresas como Ÿnsect y Protix están invirtiendo millones en granjas verticales de insectos. En Estados Unidos, marcas como Exo y Chirp Chips ofrecen barras energéticas y botanas a base de harina de grillo. Incluso Nestlé y Unilever están explorando su potencial.

En México, incluso los restaurantes de alta gama ya incorporan insectos en sus menús, y startups como Totolines buscan llevar chapulines y gusanos a un público más amplio.

¿Y el sabor?

Muchos se imaginan una cucaracha crujiente en el plato, pero la realidad es más amable. La mayoría de los productos con insectos hoy en día utilizan harina de grillo, que se incorpora a panques, pastas, galletas y proteínas en polvo.

La harina tiene un sabor suave, algo terroso, que combina bien con ingredientes como chocolate, nueces o especias. ¿Un muffin de plátano con grillo? Es posible. ¿Una pasta con salsa de jitomate y proteína de tenebrio molitor (gusano de la harina)? También.

El mayor obstáculo no es técnico ni económico, sino psicológico. El “factor asco” sigue siendo fuerte en muchas culturas. Aun así, los expertos en comportamiento alimentario señalan que las percepciones pueden cambiar con el tiempo, especialmente entre generaciones jóvenes más abiertas a probar cosas nuevas si son sostenibles, éticas y nutritivas.

Además, hay temas regulatorios. En Europa, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha aprobado recientemente el consumo de insectos como el grillo doméstico y el gusano de la harina, pero con etiquetas específicas. En México, COFEPRIS aún tiene pendiente una regulación integral, aunque existe cierta permisividad para el uso tradicional.

¿Moda o realidad?

¿Esto es solo una moda como el jugo de apio o el pan de nube? Difícilmente. El cambio climático, el crecimiento poblacional y la presión por producir alimentos sostenibles hacen que los insectos no sean solo una opción exótica, sino una necesidad alimentaria en el mediano plazo.

Además, los consumidores están cada vez más dispuestos a experimentar si se les presenta el producto con buen diseño, sabor y beneficios claros. Las generaciones jóvenes ven al planeta como parte del menú, y no solo buscan comer bien, sino hacerlo con consciencia.