Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, se encargó de redirigir la poderosa maquinaria diplomática vaticana hacia el sur y el este global, llamando a puertas nuevas y hasta entonces cerradas, como la China comunista o el mundo árabe.
Bergoglio, primer papa latinoamericano y extraeuropeo en la milenaria historia de la Iglesia, ha "roto por primera vez el cordón umbilical con Occidente", explica a EFE Piero Schiavazzi, profesor de Geopolítica Vaticana en la 'Universidad Link'.
Para ello, rotó la brújula, renegando de todo 'eurocentrismo', para atender el sur y el este, donde el catolicismo crece y tender puentes con actores antes recelosos.
Estos son algunos de los hitos y escollos diplomáticos en tiempos de Francisco:
- La profecía asiática
En el mundo hay 1.400 millones de católicos, pero su distribución está cambiando: mientras en la secularizada y envejecida Europa caen, en Asia y África crecen vigorosamente.
En este escenario cobra sentido la profecía que Juan Pablo II lanzó en 1995 desde Manila. En el primer milenio la iglesia tomó Europa, en el segundo América y en el tercero será Asia.
Francisco, siguiendo los anhelos de sus padres jesuitas, siempre se interesó por esa región y, en sus 47 viajes apostólicos, recorrió desde Corea del Sur o Japón hasta Sri Lanka, Filipinas o Mongolia.
Uno de sus últimos viajes, ya en silla de ruedas, fue a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
- Acercamiento a China
Pero, ¿cómo crecer allí sin contar con su gran potencia, China? La Santa Sede y Pekín no mantienen lazos diplomáticos desde 1952 y los católicos chinos -entre 8 y 12 millones- se dividían en la Iglesia Patriótica, controlada por el Gobierno, y la clandestina, leal a Roma y hostigada por ello.
Uno de los logros de Francisco fue acercarse al 'gigante asiático' mediante un acuerdo provisional que desde 2018 permite acordar los nombramientos de obispos, antes vistos como una injerencia.
Esta sintonía ya pudo notarse en 2014, cuando se convirtió en el primer papa en sobrevolar territorio chino.
- 'Urbi et Orbi'
Asimismo, Francisco ejecutó "la mayor redistribución de poder en la historia de la Iglesia", según el experto, pues muchos cardenales vienen de las "periferias" (de los 137 que elegirán un sucesor, los europeos son solo 53).
Entregó la púrpura a clérigos de lugares alejados de los ejes del poder, como la Malasia de Penang, el remoto reino de Tonga, el papuano Port Moresby o Ulán Bator: "Esa es la iglesia del futuro".
Esta descentralización también la emprendió en países de tradición católica. En España, por ejemplo, no dio un cardenal a la sede "primada" de Toledo, pero sí a ciudades como Valladolid.
- La floreciente África
También miró con interés a África, el continente con el mayor crecimiento de católicos (7,2 millones más solo en 2022, según el último 'Informe Fides').
Visitó numerosos países africanos, como Kenia, Uganda, Sudán del Sur o Madagascar y su primera salida del Vaticano fue a la isla de Lampedusa, símbolo migratorio en el Mediterráneo. Además, no inauguró el Jubileo Extraordinario de 2015 con la apertura de la Puerta Santa de Roma, sino en la República Centroafricana, martirizada por la violencia.
Otra imagen del pontificado le recuerda arrodillado, besando los pies de los líderes sudaneses, instando a la paz.
- La doble vía diplomática
La diplomacia de Francisco no se limitaba a defender democracias liberales, sino que también involucraba otros regímenes. "Su geopolítica se parecía al tango, se baila en espacios estrechos y con abrazos asimétricos", apunta Schiavazzi. Tanto que siempre apostó por "dialogar con todos".
Lo demuestra otro de sus principales logros: el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba en 2014, agradecido públicamente, el 17 de diciembre de 2014, por los entonces presidentes, Barack Obama y Raúl Castro.
Este proceso fue después torpedeado por el republicano Donald Trump, ante quien Bergoglio se posicionó como antagonista moral.
En su continente natal, animó los acuerdos de paz en Colombia, llamó a la reconciliación de Venezuela y tropezó en la Nicaragua de Daniel Ortega, donde su clero es perseguido por el régimen.
- El abrazo ruso
Otro objetivo clave fue avanzar en la unidad perdida de los cristianos y, para ello, tendió su mano a la poderosa Iglesia ortodoxa rusa.
Esto permitió que en febrero de 2016, en una sala del aeropuerto de La Habana, se escenificara el primer abrazo entre un papa y un patriarca ruso, Cirilo, en mil años, desde el cisma de 1054.
Las relaciones volverían a enfriarse por la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2020, bendecida por el patriarca.
Después, Francisco, que en dos ocasiones recibió a Vladímir Putin en el Vaticano (2013 y 2015), mantuvo un tono neutro al tratar la cuestión, lo que suscitó el recelo de Kiev.
- Puente árabe
Bergoglio también recosió las relaciones con el mundo árabe tras los desencuentros con Benedicto XVI.
En este tema tiene varios récords, como primer papa en pisar la península arábiga -en Abu Dabi firmó una declaración por la hermandad con el imán de la Universidad de Al-Azar, epicentro del islam suní- y también en viajar a Irak, donde visitó al ayatolá Ali Al Sistani, principal líder chií.
Su último gran desvelo fue la guerra en Gaza, un tema que intentó aliviar -en vano- ya en 2014, al reunir en el Vaticano al presidente israelí, Simon Peres, y al palestino, Mahmud Abás.