Nuestras vidas, no admiten comparación; porque nadie es mejor, o peor que el otro.
Hay quien de bueno, puede llegar a ser malo; y de malo llegar a ser bueno. Esto, lo han asegurado algunos místicos.
Mientras estemos en este mundo, siempre estaremos expuestos a fallar, o a mejorar.
Aunque, es preferible pensar, que al estar en este mundo, siempre tendremos oportunidad de mejorar la vida.
Una vez, que concluya la existencia, se acaban las oportunidades.
Cuando alguien muere en desgracia, no hay que estar indagando, si esa persona era peor, de lo que somos nosotros.
Hoy, el Señor nos hace una aclaración, y dice: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante”. (Lc.13).
Hay que dar gracias a Dios, por la oportunidad de vivir cada día.
La vida, es la mejor oportunidad, para mejorar nuestra existencia.
No perdamos el tiempo, buscando la causa de una desgracia ajena.
Si al otro le fue mal, no es porque haya sido peor que nosotros.
Es mejor que valoremos cada día de la existencia. Y que ésta, sea la razón para volver a Dios; dando gracias por la oportunidad de vivir.
Y también, pedir la fuerza para superar nuestros errores.
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.