Por lo visto, el PAN y el PRI, parecen empeñados en proyectarse anticipadamente como meros testigos de los procesos electorales de SLP conforme a las condiciones en que se encuentran no se ve cómo o quienes podrían participar en la competencia electoral por los cargos que estarán en disputa toda vez que ambos institutos políticos parecen estar a punto de ir a parar al basurero de la historia política potosina.
Como está a la vista, por ejemplo, el blanquiazul de nueva cuenta vuelve a ser víctima de las autodestructoras miserias políticas que desde hace años han aquejado a sus dirigencias y cercanos a las mismas que han querido serlo que normalmente han desembocado en profundas rupturas internas cuando se ha tratado de designar candidatos o renovar directivas.
En muchos casos las confrontaciones entre panistas son alentadas por la posibilidad de acceder a un cargo en el comité estatal en el que podrían pasar a formar parte del grupo que ante la cercanía de los procesos electorales ofertan las candidaturas por millonarias cantidades de dinero lo que ha permitido a muchos acceder a un nivel de vida propia de pudientes y gente considerada como rica como bien se le podría preguntar a Xavier Azuara cuyo potencial económico, así como el origen de esta condición muchos panistas no dudan en atribuirlo al comercio de candidaturas legislativas o municipales en lo que para el 27 la candidatura mayor les puede ser la más redituable del bazar de candidaturas blanquiazules si alguien se aventura a comprarla a sabiendas de que solo iría a la elección a ser mudo testigo.
En esta etapa, como en otras anteriores no podía faltar la presencia del canibalismo en las filas del panismo potosino, en el marco de las inconformidades legales derivadas del proceso de renovación de la presidencia estatal en el que resultó reelecta Verónica Rodríguez a quien un juez le ordenó reponer el proceso que, como se puede comprobar vino a causar una gran decepción entre los militantes muchos de los cuales ya han adelantado que no participarán para no hacerse eco del juego de intereses que enmarca.
Por lo que hace al tricolor su dirigencia encabezada por Sara Rocha Medina también proyecta la impresión de querer sepultar al partido boca abajo luego de haberlo convertido en una mala caricatura de lo que fue en el pasado a partir de su rechazo a escuchar a los pocos militantes que no han desertado o renunciado.
Una prueba cruel de ello es el abandono en que mantiene la sede estatal del partido que ha pasado a ser de cueva de malvivientes a un sitio para la organización de francachelas de directivos y sus amigos.
Lo más importante es que la catorceña Rocha Medina se mantiene reacia a soltar algo del dinero que le deja el jugoso negocio particular que le representa controlar el partido y ni modo que así como va vaya a salir un valiente que quiera abanderar al revolucionario el 2027 a menos que la misma Sara consiga ser la candidata gubernamental en algo que como chiste se cuenta solo.