Había un tiempo donde en las estepas de la hoy Rusia, vagaban, se movían cientos de tribus nómadas, durante siglos peleaban unos a otros, no fue hasta el siglo XIII que un hombre llamado Gengis Khan diera nacimiento al gran imperio mongol. Uno de sus hijos de alguna manera lo traicionó, dejando el imperio de su padre el gran Gengis, al fallecer Jochi, los hijos de este formaron otro imperio independiente del Mongol. Se dice que solo en treinta años, formaron el gran imperio paralelo, de ser un puñado de nómadas desorganizados, llegaron a ser cientos de miles miembros de las Ordas hoy a su traducción Hordas.
En el libro La Horda, como los mongoles cambiaron al mundo, hace referencia a la composición social, que se tenía, los “jochis” se reconocían entre si como nómadas con un régimen casi imperial. A su paso dejaban su huella, conquistando los vastos territorios de lo que hoy es Rusia. Durante tres siglos, los temibles Hordas no fue más que un régimen que tenia la capacidad de conquista militar, pero a su vez, permitía la convivencia de los pueblos vecinos, gobernados por otros hermanos o sus descendientes. Entendemos en la actualidad como Hordas a un grupo de salvajes asesinos, desorganizados, sin un sentido social, sin embargo, formaron un territorio una forma de gobierno tal, que el comercio, la ciencia, la economía, fortaleció con los imperios euroasiáticos las rutas económicas y de migración desde Italia hasta China.
La “Pax Mongólica” un legado que los norteamericanos tomaron, tal vez, al pie de la letra, generar una paz bajo el sometimiento de los pueblos, a sangre y fuego, así imponen su propia paz.
Según la teoría “trumpista”, los migrantes son hordas de salvajes, que se metieron hasta su imperio como invasores para quitarles los bienes a los sajones. Ellos los migrantes, son un legado que formaron la nación norteamericana, hoy tristemente llamados “basura” por la fascista Kristi Noem secretaria de seguridad interior. Una basura no les hace el trabajo sucio, son quienes los alimenta, los viste, los hace más ricos.
Cada idea, pensamiento de Donal Trump es un tropiezo para el mundo, ha anunciado que el canal de Panamá, deberá estar bajo su custodia y manejo, con el pretexto invasor que el país Centro Americano no ha cumplido con el tratado Torrijos-Carter. No hay más cláusulas donde se impongan condiciones, solo que el gobierno norteamericano regresaría el territorio que sirvió para construir el canal. En el tratado de 1903 antes del inicio de operaciones, establecía que el Canal de Panamá, en términos llanos, pasaría a manos de los panameños en el año de 1999, así fue y así se debe quedar. El enojo furibundo, argumento barato y vociferante, es acusar al gobierno panameño de entregarle el control a China, falso, lo que sucede que China, teniendo una visión futurista, invirtió en puertos mercantiles cercanos al canal, tanto del lado del océano Pacífico y el Atlántico, en cambio los gringos solo se dedicaron a observar cómo su fortaleza de infraestructura, simplemente no la echó a andar. Para los mexicanos la gran oportunidad se presenta, aprendamos de las tragedias y de las amenazas, tenemos ante nosotros esta ocasión magnífica, coyuntural del tren interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Veremos si Trump no se le cae el “rubio peluquín natural” cuando vea el éxito comercial de nuestra infraestructura.
Entre un nazi y un fascista no hay diferencia. Ante el mundo indiferente veremos como Netanyahu y Trump se reunirán en la Casa Blanca, lo recibirá como héroe a un asesino, a un genocida reconocido, buscado por el tribunal de la Haya por sus crímenes de lesa humanidad. Lo recibe para acordar como despojar a los palestinos que quedan en Gaza quitarles su poca tierra. En una orgía entre fascistas, un acto amoroso entre los demonios, Donal Trump pretende enviar a dos millones de personas palestinas a Egipto y Jordania, como si fueran poco menos que hordas de animales salvajes. Le amenaza es real, los palestinos están debilitados, hambrientos, sin moral que les ayude a encontrar paz.
Ellos, los poderosos de armas solo pisotean la dignidad humana, las hordas de imbéciles no hay quien los frene, bestias incontrolables, sedientos de muerte y sangre.
En incontables muestras del Karma, y sin dejar de distinguir entre la tragedia y el dolor de inocentes, hace un par de días en Washington, DC, chocaron dos naves, un helicóptero y un avión de pasajeros, muriendo en el instante 70 personas, lamentablemente un equipo deportivo de niños, triste en verdad. Lo peor lo más ruin, la calaña despreciable del señor Trump, tuvo la osadía de culpar de la tragedia a Biden y Obama por contratar personal de baja calidad a personas dedicados al tráfico aéreo. “Los lideres demócratas contrataron personas con discapacidades intelectuales y psiquiátricas graves”. Dice Trump que los estándares de calidad se vieron disminuidos por las politicas de inclusión, diversidad e igualdad de los expresidentes, politicas izquierdistas, que provocaron la tragedia.
Posiblemente los bomberos que participan en los incendios de Los Ángeles, son servidores públicos, con discapacidad intelectual, física, o esquizofrénicos dementes que el fuego les encanta.
Del terruño.
Que pleito entre el edil capitalino potosino y el gobernador del potosí, presumiendo ambos por el nuevo vuelo San Luis – Atlanta, ¿a quién le creemos?, si lo único que importa es el bienestar de la población. El jefe del ayuntamiento haciendo alarde de su poder en medios, patrocinó a más de 30 portales en redes sociales para difundir sus “100 días de talacha, todos al mismo tiempo transmitieron en vivo el mensaje del master en politicas de seguridad.
Amable lector, si usted paga su predial recuerde, el Gobierno del Estado, recaudará el predial de los municipios exceptuando la capital, quiere decir, recibirá 100 y entregara 50, si bien les va a los municipios. Si paga en la capital, pagará la campaña política permanente del alcalde, es decir, de cada 100, seguramente 50 pararán en contratación de personal político ( no hacer nada, solo grilla), aplicará 10 a su imagen, el resto a obras de calidad cuestionable.
Nos saludamos pronto.
Oscar Esquivel