Síndrome del Caballero Blanco no suena tan mal, nos hace pensar en esos personajes de las películas y los cuentos que aparecen para salvar el día, para rescatar princesas y derrotar villanos y monstruos, pero en realidad no es tan bueno como suena.
De hecho, el Síndrome del Caballero Blanco puede llegar a causar problemas en tus relaciones de pareja, además de que te causa problemas a ti.
El psicólogo Mike Travers escribe en Psychology Today que, cuando tienes este síndrome, entonces puedes pensar que estás haciendo algo noble o incluso bueno por la otra persona, pero, poco a poco, esto puede ir generando desgaste, desbalance en la relación, resentimiento e incluso burnout, además de que no es una solución real y sustentable a los problemas. Y si lo dejas pasar, la conexión con tu pareja se puede perder y la relación puede tomar un giro negativo.
¿Qué es el Síndrome del Caballero Blanco en las relaciones?
El Síndrome del Caballero Blanco sucede cuando una persona cree que siempre debe ayudar a la otra, que debe ser el héroe, el que siempre está salvando la relación o el que constantemente lidia con los problemas. Y esto puede llegar a hacerte pensar que, si no estás siendo ese héroe o “White Knight” como el de los cuentos, entonces no estás haciendo las cosas bien o no estás haciendo lo suficiente por tu relación.
“Poner toda tu energía en arreglar lo que está roto, solo para sentirte invisible y exhausto. A pesar de tus mejores intenciones, tus esfuerzos resultan contraproducentes, generan resentimiento y te dejan herido”, explica Travers.
Lo que pasa con este síndrome, que es la necesidad de querer
arreglarlo todo y rescatar a los demás, es que genera mucha frustración, pero también agotamiento y, con el tiempo, la sensación de que no hay el mismo grado de interés de los dos lados de la relación.
4 señales de que el Síndrome del Caballero Blanco está destruyendo tu relación
Estás cargando con el peso de la relación
“Una señal reveladora de tendencias salvadoras es el impulso de resolver todos los problemas, suavizar los conflictos y mantener todo a flote en la relación”, dice Travers.
Lo que pasa cuando siempre crees que eres el que debe solucionar y resolver, es que puedes “acostumbrar” a la otra persona a no tener que hacerlo, a no lidiar con los problemas y a no tomar responsabilidad, y eso puede hacer que termines cargando con el peso completo de la relación. Esto conduce a una sensación de injusticia y de falta de balance en la relación, con lo que puedes llegar a tener burnout emocional, que puede afectar muchas otras áreas de tu vida.
Hay un costo emocional
Cargar con los problemas de los demás y tomar el papel de rescatador también tiene un precio emocional. Al principio te puedes sentir bien, porque estás ayudando, pero no es algo sustentable y puede causar daño, además de que te puede dejar atrapado en relaciones tóxicas.
“Cuando tu sentido de identidad depende de rescatar a los demás, sus luchas se convierten en las tuyas. Te dedicas a resolver sus problemas, a menudo hasta el punto de agotarte. Esta dinámica puede incluso llevarte a buscar inconscientemente a parejas que necesitan visiblemente que las salves, lo que refuerza un ciclo que te agota emocionalmente y deja tus relaciones desequilibradas”, explica Travers.
Por otro lado, esto conduce a que tus propias necesidades y problemas dejen de ser una prioridad para ti, y con esto puedes descuidar puntos clave para tu bienestar.
El apoyo se convirtió en control
De acuerdo con Travers, este síndrome también hace que creas que necesitas tomar el mando en los problemas y situaciones de tu pareja, pero, si no tienes cuidado, esto puede pasar de una forma de apoyo a una forma de control en la relación, lo que hace que la pareja sienta que no tiene autonomía e incluso que sienta que no confías en su capacidad de resolver sus propios problemas.
Por otro lado, esto afecta el respeto mutuo y la independencia, fomentado el resentimiento, la frustración, y empujando a la otra persona a empezar a creer que no puede resolver sus problemas sola.
La trampa de los rescates que nunca terminan
Uno de los mayores problemas del Síndrome del Caballero Blanco es que se convierte en un ciclo, donde un rescate se convierte en dos, en tres y en un ciclo que nunca termina, y que constantemente te deja buscando problemas para solucionar, y eso va haciendo que la conexión y el vínculo se deterioren.
Cómo explica Travers, “el complejo de salvador a menudo atrapa las relaciones en un ciclo frustrante de distanciamiento y malentendidos. Cuanto más intentas ayudar, más sientes que tu pareja se está alejando”.