CADA CIUDAD TIENE UNA personalidad colorida que, aunque muchas veces pasa desapercibida, define su identidad tanto como sus calles, edificios y habitantes. El color es un lenguaje silencioso que puede inspirar, reconfortar o incluso desconcertar y que habla del alma de las poblaciones y de quienes las habitan.
LOS COLORES URBANOS NO SON algo al azar; son el resultado de la geografía, la cultura, la historia y las decisiones humanas. En México, por ejemplo, las ciudades coloniales como Guanajuato y Puebla deslumbran con fachadas de colores vivos que reflejan una mezcla de tradición indígena y herencia española.
EN CONTRASTE, CIUDADES COMO Monterrey o Ciudad de México exhiben una mayor neutralidad cromática, dictada por la modernidad, el concreto y el acero, roto de vez en cuando con algún acto de rebeldía arquitectónico-cromática.
EL COLOR TAMBIÉN ES UNA herramienta para contar historias. En la Ciudad de México, los murales de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros convierten edificios enteros en retablos que hablan de lucha social.
POR OTRO LADO, LOS COLORES también pueden ser impuestos como una estrategia política o comercial. En algunos casos, las administraciones municipales regulan el uso de colores en ciertas áreas para mantener una estética homogénea. Por eso de pronto proliferan los amarillos, los verdes o los azules hasta en el borde de las banquetas.
NO TODAS LAS CIUDADES TIENEN el lujo de colores llamativos. En urbes industriales o fuertemente urbanizadas, los tonos predominantes son el gris y el marrón, reflejo de la contaminación y el desgaste, aunque no por eso escapan a la creatividad del color.
EN TOKIO, POR EJEMPLO, EL GRIS del concreto contrasta con los destellos neón que iluminan la noche, creando una estética futurista.
EL COLOR TAMBIÉN TIENE UN impacto psicológico directo en los habitantes de las ciudades. Estudios han demostrado que los colores vivos pueden mejorar el estado de ánimo y fomentar la creatividad, mientras que los tonos oscuros y apagados tienden a provocar melancolía o ansiedad.
POR ESTA RAZÓN, ALGUNAS ciudades han comenzado a incorporar más colores en sus diseños urbanos como una forma de combatir el estrés y mejorar la calidad de vida.
UN EJEMPLO NOTABLE ES TIRANA, la capital de Albania, donde edificios grises fueron transformados en lienzos multicolores, revitalizando la ciudad tanto visual como emocionalmente.
LOS MURALES, GRAFITIS Y proyectos de arte público agregan color a las ciudades. Estas expresiones suelen emerger de movimientos comunitarios que buscan reapropiar el espacio público, convirtiendo muros y fachadas en manifestaciones de identidad, a veces no de la mejor manera, hay que decirlo también.
ES IMPORTANTE RECONOCER QUE el color de las ciudades no solo está en sus estructuras, sino también en sus habitantes. La ropa, los mercados, los jardines y hasta los alimentos aportan tonalidades que enriquecen el paisaje urbano.
LAS CIUDADES SON ARTE VIVO.
@jchessal