Pedro Olvera | 15/11/2024 | 18:19
UNA DE LAS GRANDES CRÍTICAS que en este espacio se reitera a la autodenominada “Cuarta Transformación”, es su desprecio a las instituciones y su manía por concentrarse en las personas, y esto incluso ampliamente reconocido por el principal exponente del movimiento que señalaba con firmeza que buscaba funcionarios que tuvieran 90% de lealtad y solamente 10% de capacidad.
EL DESPRECIO A LAS instituciones los ha llevado a emprender acciones de colonización de órganos a través de diferentes mecanismos, al tiempo que cuando la colonización no resulta exitosa, impulsan reformas para desarticularlas o en algunos casos incluso desaparecerlos, ello sin importar que pongan en riesgo la salud de la República.
LA FUERZA POLÍTICA preponderante no se siente cómoda con los mecanismos de pesos y contrapesos, prefiere fuertes correas de transmisión que permitan subordinación y sobre todo, alineación con la doctrina que impulsan, aunque ello implique la incapacidad de los órganos para cumplir sus funciones elementales.
EL DESPRECIO INSTITUCIONAL LOS ha llevado a impulsar perfiles que restan tecnicidad en la toma de decisiones y en algunos casos los mecanismos para aferrarse a la imposición de perfiles leales, resta toda legitimidad real para el desempeño del cargo y de confianza ciudadana.
MUCHOS SON LOS CASOS QUE SE han documentado, que van desde la reforma al Poder Judicial hasta el último intento que está por materializarse, consistente en la desaparición de los Órganos Constitucionalmente Autónomos; mientras que la colonización ha sido exitosa en casos muy concretos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Electoral e incluso la propia Auditoría Superior de la Federación.
HOY LA CNDH NI SI QUIERA ESTÁ siendo considerada para desaparecerse dentro de la reforma que extingue órganos similares, ya que ¿Por qué querrían desaparecer a un órgano que, desde inicios del gobierno anterior, lograron domesticar? ¿Para que esforzarse en desarticular a un órgano que desde su interior lo desmantelaron, porque su titular es 90% lealtad y 10% capacidad?
ROSARIO PIEDRA IBARRA ES heredera de un nombre de lucha, hija de una mujer que pasó una buena parte de su vida luchando contra las entrañas de un poder que se desbordaba y atentaba contra los ciudadanos; es miembro de una familia víctima de los abusos del Estado, es testigo del mal que hace al país la concentración excesiva del poder en el Ejecutivo y la inexistencia de pesos y contrapesos que revise la actuación de su titular, es una hermana a la que le fue arrebato su hermano por los excesos de un régimen político de un partido preponderante.
CON ESTAS CREDENCIALES PODRÍA esperarse a una Rosario Piedra Ibarra que fuera consciente de la importancia de la defensa de los Derechos Humanos, de la necesidad de frenar los excesos de la autoridad que cuando avanza desbocada atenta contra la República, pero afecta sobremanera a los ciudadanos; que cuando no existen mecanismos de revisión al poder, simplemente pervierten a las instituciones.
SIN EMBARGO, LA EXPECTATIVA era alta y se rompió incluso antes de comenzar; en el 2019 fue electa por el Senado de la República para presidir la CNDH, los atropellos de una mayoría morenista ensuciaron la elección y restaron legitimidad a una persona que argumentaba “una vida de lucha como activista”.
SI SU ELECCIÓN FUE DUDOSA, SU desempeño fue deplorable, no hay aportaciones reales de su “lucha histórica” en la institución que defiende de los abusos del poder, por el contrario, se convirtió en una defensora del Ejecutivo, dejando en desamparo a miles de individuos que no encuentran puertas para continuar luchando por la reivindicación de sus Derechos más elementales.
IDEOLOGIZÓ A LA CNDH, DENTRO de sus logros presume el ajuste a la “austeridad republicana”, pero no hay ninguna recomendación o promoción de mecanismo constitucional para defender los Derechos Humanos; no hay una posición clara que coloque a la CNDH como una institución clave del sistema jurídico mexicano, simplemente la desapareció del mapa porque su gran mérito era el 90% de lealtad como requisito para ser electa.
SI LA POSICIÓN DE ROSARIO Piedra ya carecía de toda legitimidad, su proceso de ratificación ante el Senado de la República la dejó aún peor posicionada, una carta apócrifa y una pésima comparecencia son sus pasos por el seno del federalismo mexicano.
UNA INSTITUCIÓN QUE TARDÓ EN germinar, pero ya contaba con una legitimidad de independencia y que se fortalecía de forma permanente, fue desmantelada por una persona que no supo entender su papel, ni el peso histórico que recaía sobre ella.
LA RECIÉN REELECTA PRESIDENTA de la CNDH tiró por la borda a una institución, su lucha personal y decidió guardar en un cajón el legado familiar; fue víctima de lo que a muchas personas les sucede al pasar del activismo a la función pública: olvidar sus ideales.
LA CNDH NO NECESITA REFORMA, con la reelección materializada es más que suficiente para que el gobierno tenga la tranquilidad de que nadie lo tocará ni con el roce del papel de una recomendación.
La noticia antes que nadie
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